La coordinadora del curso Antònia Roselló a la izquierda, y la especialista Raquel Martín Hernández a su derecha. | Irene Arango

Raquel Martín Hernández es profesora de Filosofía griega de la Universidad Complutense de Madrid, especializada en el estudio de las religiones antiguas y mistéricas, así como de magia en la antigüedad. Fue la encargada de dirigir la conferencia de ‘La figura de la bruja en la Antigüedad griega y latina’ en Can Ventosa, que pertenece al II Ciclo de Cultura Grecorromana impulsado por la Sociedad Española de Estudios Clásicos de la Sección Balear.

La especialista hizo el repaso de una parte importante de lo que es la religiosidad en el mundo antiguo, tanto en la época clásica, como más adelante en la época grecorromana, ya que como ha expresado «dentro de todas las religiones hay una parte que depende de esas prácticas que comprenden rituales que permiten a las personas obtener ciertos beneficios o ayudas o hacer ciertas cosas como una maldición o algo así a través de unos rituales».

Estereotipo

La historia de estas prácticas ha recaído en la mujer, por eso la profesora se explicó que se centraría sobre todo en su papel: «Voy a centrarlo sobre todo en el papel que las mujeres tienen en esta construcción, en cómo las fuentes literarias tienden a cargar las tintas sobre las prácticas rituales mágicos de estilo agresivos, pociones amorosas y este tipo de acciones sobre personajes que son mujeres, y cómo se construye este tipo de estereotipo de lo que es la bruja, siempre basándome en las fuentes literarias y arqueológicas con las que contamos sobre estas evidencias, que se suele cargar sobretodo a las mujeres pero son ritos que hacía todo el mundo». Se centró en cómo se construye el estereotipo de la bruja, desde las brujas míticas que aparecen en la ‘Odisea y la Iliada de Homero’ hasta las brujas de la poesía latina.

Además, explicó que las prácticas de la antigüedad son casi extrapolables al mundo moderno al ser herederos culturales de ese mundo. Pues la gente sigue creyendo en cuestiones como la existencia de personas que pueden hacer amarres de ojo o en el poder de los amuletos. «La diferencia más notable es que en nuestro mundo, sobretodo por el cristianismo, siendo herederos culturales de él, entra en juego la figura del diablo. Pero la unión de las brujas al diablo no existe en la antigüedad porque no tienen ese tipo de creencia, pero las prácticas son muy semejantes porque la gente tiene los mismos problemas y quieren solucionarlo con la ayuda de los dioses y se hacen esos ritos igual, sea de una manera o de otra», ha explicado.