La poeta ibicenca Belén Liñán acaba de sacar a la luz su segundo poemario, ‘La estructura de la fiebre’, en la colección Perversa del sello Avero Poesía.

Este poemario construye una perspectiva visionaria desde la que la cotidianidad se revela enfermedad y antídoto a la vez. Este paisaje poético, tan incuestionable como absurdo, da cobijo a versos incómodos, rendidos frente a una realidad diluida entre anuncios de cremas antiarrugas y bolsas de plástico, que, no obstante, presume de ser más real que nunca. No hay mensaje. Solo carne y camino.
Carne entregada a una sensualidad dura y lúcida que pregunta por el impacto del tiempo, por el pulso del dolor y si acaso son lo mismo. Porque ‘La estructura de la fiebre’ atraviesa un cuerpo milenario, el cuerpo del mundo, donde la cercanía y la soledad se manifiestan como verdades siamesas, bellas y tiernas a la par que despiadadas.

Es por ello por lo que este poemario cuestiona el ideal de belleza y la redefine como la palabra redentora, la pausa que nos brinda el dolor, la propagación silenciosa del delirio.

La estructura de la fiebre se alza como un poemario generoso y honesto, que muestra sin rubor las entrañas como quien muestra un tesoro.