Este lunes, como ya es costumbre en el periodo de Fiestas Patronales de Sant Josep, los mayores del pueblo han tenido su tradicional comida de homenaje y reencuentro en el restaurante Es Cruce de Sant Rafael. Como ha indicado Marilina Serra, regidora de Acción Social, Familia e Igualdad «ellos cada año saben que cuando son las fiestas tienen que estar pendientes de apuntarse en la oficina de Servicios Sociales» y a su vez elegir la opción de acercarse en el bus del Ayuntamiento o en su vehículo. Además, a aquellas personas que tienen dificultad de desplazamiento «se les entrega a domicilio una ensaimada de parte de la alcaldía».

En esta ocasión el conocido restaurante preparó un menú para alimentar a 170 comensales, con un arroz a la marinera de primero, sofrit pagès de segundo y macedonia con helado de vainilla de postre. Por su parte, los comensales se pusieron sus mejores galas acompañadas por su mejor actitud para disfrutar este gran día. Antonia Marí acudió con su marido y otros amigos «de toda la vida». Su idea es comer juntos, pero si no les toca no hay problema, porque como Antonia describe: «Nos vemos a menudo y nos conocemos de toda la vida, somos ibicencos de pata negra, ocho apellidos ibicencos».

«Venimos aquí porque nos han invitado a comer como todos los años y esto no se puede perder, porque es un día en el que nos encontramos todas las personas y es un día bonito y alegre», contaba desde otra mesa Toñi Ribas, mientras disfrutaba del pan con alioli de entrante. Con alegría y desparpajo su marido José María aseguraba: «Somos todos amigos, venimos desde que somos mayores». Su amigo Pepe Prats apuntaba que «al ser también muy diseminado Sant Josep hay personas que no las ves cada día y es una oportunidad de encontrarte y saludarte».

Para ellos este es un gran acontecimiento, pues es una caricia que bien reciben del consorcio al que han visto crecer. Para Nieves Tur es una alegría «el poder venir, que se acuerden de nosotros que hemos estado muchos años trabajando, ahora estamos jubilados, pues que podamos disfrutar un día todos, vernos, hablar y pasárnoslo bien que es lo que más nos gusta». Y para esta mesa no acaba aquí la fiesta porque después se van al Club de la Tercera edad «a jugar a cartas, al ramiro y al cau, a juntarnos todos los jubilados a pasarlo bomba», asegura la vecina Catalina Marí Sala.

«Muy bien organizado, muy buenos amigos de toda la vida», es el veredicto de María, de la pizzería de Sant Josep, que come acompañada de sus allegados. Al preguntarle por un buen recuerdo que guarde de antaño la memoria la lleva a la mujer que tiene sentada justo en frente: «Pues se me viene esta señora que ha sido vecina mía y muy buena». Ella es Josefa Marí Tur y reitera: «Hemos sido vecinas toda la vida». Se llevan seis años y María recuerda que las hermanas Marí Tur «venían a casa, donde la pizzería, a comprar y ponerse guapas, que siempre lo han sido y no les ha hecho falta mucho». Al casarse sus residencias se distanciaron, pero aseguran que han «mantenido el contacto siempre» y se reencuentran «muchas pero muchas veces», como en esta ocasión, en la que no han podido evitar comer la una con la otra.