Can Vadell lleva más de 100 años elaborando ‘flaó’. | Toni Planells

El postre ibicenco más popular, el flaó «siempre ha sido un postre de Semana Santa». Así lo asegura Nieves Clapés, responsable de la centenaria pastelería Can Vadell.

Los argumentos que expone la representante de la tercera generación de pasteleros son que «al celebrarse a finales de marzo o principios de abril coincide en la época en la que los animales daban la mejor leche para hacer el queso». «Es algo que siempre me contaban mis abuelos, que ésta era la época en la que el queso salía más bueno», recuerda Clapés, quien reconoce que, «como pasa con tantas cosas, ahora se hace flaó durante todo el año».

«Cuando yo era pequeña el grueso de flaós se hacía estos días (Semana Santa). Cuando empezaron a venir turistas empezamos a hacer más a menudo para tenerlos en el escaparate», recuerda la veterana pastelera, quien añade que «también se hacía flaó para las fiestas, lo que pasa es que se trata de un postre que la gente del campo podía hacer en sus casas, donde disponían de todos los ingredientes, al contrario de otros postres ibicencos como la magdalena ibicenca, que se hace con masa de hojaldre».

Ingredientes
Los ingredientes para la elaboración del flaó, tal como explica la responsable de Can Vadell, son «queso fresco, huevos, azúcar, limón y hierbabuena». Con estos ingredientes se forma una pasta que se vierte sobre una base colocada en un molde. Para la elaboración de esta base, Clapés explica que «se hace una masa a base de harina, batafaluga, aceite, azúcar, una pizca de levadura y mantequilla». Una vez horneado y «poco antes de consumirlo» se le echa el azúcar ya que, tal como explica Clapés, «si se le echa antes, crea humedad».

Can Vadell cuenta ya con un siglo de historia desde que «mi abuelo se marchara a estudiar pastelería a Barcelona y volviera para abrir la tienda junto a mi abuela». «Tras mis abuelos, mis padres y mis tíos continuaron con el negocio que ahora continuamos mi primo y yo, la tercera generación». Respecto a la continuidad de la saga y del negocio familiar, Nieves asegura que «los de la cuarta generación, pese a haber estudiado, siempre que es necesario cooperan cuando hace falta, además ya hay una quinta generación, así que hay más posibilidades de que continúe el oficio», concluye.