El investigador Esteban Morelle Hungría dirigiéndose a los alumnos. | Irene Arango

Cerca de 50 alumnos del CEIP Santa Gertrudis, en Santa Eulária, se convirtieron ayer en pequeños ecologistas al analizar la biodiversidad de los ecosistemas fluviales y marinos, sus especies más emblemáticas y las principales amenazas, según informó ayer el investigador colaborador de derecho ambiental en la Universitat de les Illes Balears (UIB), Esteban Morelle Hungría. Este experto, que contó con la colaboración del Club Náutico de Santa Eulària, señaló que la jornada estuvo dividida en dos partes.

Por un lado, para comprender la transformación de la vida marina y los ecosistemas, los pequeños ecologistas estudiaron diferentes especies animales y vegetales. Entre ellas, indicó este investigador, observaron fauna en acción como el pato común en la desembocadura del río o algunos invertebrados invasores como el cangrejo azul. También explicó que estos pequeños advirtieron la presencia de especies vegetales como el junco marino o la mitra. «Analizamos, además, especies invasoras como la caña de río o la zarzamora, aunque también les he explicado que hay muchas especies de aves como el corb marí», manifestó, lamentando que ayer se encontraron una de estas aves marinas fallecidas durante la jornada medioambiental.

En este sentido, quiso agradecer también la colaboración del Observatorio Marino en la Estación Científica Montgó-Dénia por el préstamo del material para que los alumnos pudiesen realizar esta actividad. «Nos han prestado los microscopios para analizar todas las muestras recogidas tanto en el río como en el mar a través de una malla que, a través de un tubo ubicado al final, recoge las particulares microscópicas que luego analizamos», explicó Esteban Morelle Hungría, resaltando también la colaboración del Club Náutico, puesto que fueron los encargados de proporcionar una zodiac a los alumnos para que se pudiesen desplazar por el agua con esta malla. «Hemos instalado un laboratorio portátil con microscopios y lupas electrónicas para que los pequeños pueda analizar los microrganismos recogidos en el río y en el agua estancada», apuntó. La segunda parte, señaló, consistió en la celebración de una divertida gincana en la que los alumnos, divididos en dos grupos, tenían que identificar las especies de animales con su nombre científico y nombrar especies que no estuvieran en las fichas repartidas antes de la actividad.