Un hombre observa el ‘San Gwann’ embarrancado. | Daniel Espinosa

En las últimas tres semanas se han producido cinco accidentes marítimos graves en el litoral de las Pitiusas. El acumulado es notable, aunque desde el sector hacen notar que poco pasa si se tiene en cuenta la gran cantidad de embarcaciones de recreo que navegan entre Ibiza y Formentera, muchas de ellas sin respetar las normas ya sea por desconocimiento o por desidia.

«No hay un fin de semana que no haya un mínimo de cuatro o cinco solicitudes de auxilio» en el mar, indica el presidente de la Asociación Náutica de Pimeef, Ramón Díaz. En su mayoría son accidentes de lesiones de los tripulantes y ocupantes de las embarcaciones de los que no trasciende la información.

Para poder evitarlos, la receta de Díaz es muy sencilla, cumplir con la normativa del reglamento internacional. Sin embargo, los incumplimientos en aguas pitiusas brillan hasta el punto de deslumbrar. «Por ejemplo, los capitanes de embarcaciones deberían mantener una eficaz vigilancia visual y auditiva para prevenir abordajes o incidentes de máquinas. En cambio es habitual subirse a la embarcación y poner la música a todo trapo», menciona.

Considera que la mayor parte de los accidentes que han llegado a los medios son por navegar a una velocidad excesiva. Algo que provoca que la inercia sea muy elevada y eso dificulta la maniobrabilidad: «Un barco no es como un coche que frenas y te quedas clavado. Cuando llegas a cierta velocidad es difícil detener la embarcación o desviarla», apunta.

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Indica que esta actitud se produce continuamente en las bocanas de los puertos de Ibiza o Sant Antoni, donde las embarcaciones de recreo, sin respetar las preferencias, «cruzan entre los barcos de pasaje a toda velocidad». Así lo señala también el presidente de Apeam, Rafael Cardona: «No puede ser que estén tres barcos de línea esperando en la bocana y que entren y salgan cinco o seis barcos de recreo de una instalación náutica deportiva a sus anchas. La seguridad es un conjunto, no es sólo para unos y para otros».

Ambos coinciden en la necesidad de un control más estricto sobre las entradas y salidas, donde se produce gran número de incumplimientos que afectan a la seguridad, como los excesos de velocidad.

Los accidentes

La noche del 17 de agosto fue fatídica en los puertos ibicencos. Dos accidentes, uno en Ibiza y otro en Sant Antoni, provocaron la muerte de un hombre y dejaron en estado crítico a una mujer. En Ibiza un ferri arrolló a una embarcación particular provocando la muerte de uno de los tripulantes y dejando herido al otro. En Sant Antoni el exceso de velocidad en la maniobra de atraque de una lancha dejó en estado crítico a una mujer que estaba sentada con las piernas fuera de la embarcación y quedaron destrozadas por las hélices. El 27 de agosto una lancha de 13 metros de eslora embarrancó en el islote de sa Torreta, en s’Espalmador, quedando totalmente en tierra. En este caso, no hubo heridos.

Al día siguiente, 28 de agosto, el ferri San Gwann encallaba en es Malvins, justo al salir de la bocana del puerto de Ibiza. El accidente dejó un balance de 19 personas heridas, de las que tres tuvieron que ser hospitalizadas, entre ellas un niño en estado grave. El 2 de septiembre tuvo lugar el último accidente grave, una lancha se empotró contra la isla de es Farallons. Los cuatro tripulantes fueron trasladados a Can Misses, tres de ellos en estado grave.