Imagen del Consell d’Entitats.

S’Estany des peix es un puerto natural utilizado por los residentes de Formentera desde tiempos remotos, para el descanso de sus pequeñas barcas de pesca o recreo. Así ha sido hasta que hace algunas décadas la llegada masiva de turistas ha hecho que también la saturación llegara a este espacio que forma parte del Parque Natural de ses Salines.

Embarcaciones de turistas que aprovechan las tranquilas aguas del lago, algunos temporeros que utilizan la barca como vivienda y empresas de chárter de alquiler que tienen en s’estany su base operativa, además de las barcas «de siempre» de los residentes. Esta es la fotografía actual de un espacio protegido. La situación es a todas luces insostenible y desde hace años todo el mundo está de acuerdo en que «algo hay que hacer».

Confluyen tres administraciones, por una parte el Govern balear como gestor del Parque Natural, Demarcación de Costas y el Consell Insular. Esta convergencia ha impedido hasta ahora que el lago haya tenido un reglamento de uso que permita regular los fondeos.

En los últimos años se han ido dando pasos, siempre teniendo en cuenta, que hay muchos intereses en este emblemático espejo de agua. El pasado miércoles, el Consell de Formentera convocó a su máximo órgano de participación ciudadana, el Consell d’Entitats para exponer el proyecto de fondeos.

15 días para presentar propuestas
La dificultad para poner a tantas partes interesadas de acuerdo en cómo regular este espacio, ha hecho que el Consell haya decidido abrir un periodo en el que todos aquellos que lo deseen puedan presentar propuestas a esta regulación.

Una vez consumido este tiempo, la comisión de seguimiento, compuesta de forma paritaria por el Consell y el Govern, evaluará las aportaciones ciudadanas y redactará el reglamento que se debe publicar entre finales de este año y principios del próximo. Inmediatamente después, se aprobará una ordenanza fiscal para regular los precios de los fondeos y pantalanes.

El proyecto presentado, tendrá una vigencia de 15 años y contempla una capacidad máxima de 285 embarcaciones, de las cuales 78 estarían en unos pantalanes flotantes y 207 en fondeos ecológicos.

Momentos de alta tensión
El pasado mes de agosto había en s’Estany 528 embarcaciones, por lo que esta regulación supone que casi la mitad de los barcos quedan fuera. Los criterios para obtener permiso para tener la barca en el lago fueron el principal motivo de consulta en el turno abierto de palabras.

En algunos momentos la situación se volvió realmente tensa, como cuando un participante aseveró que «esta nueva regulación va a promover negocios encubiertos de alquiler de plazas en el lago» o cuando los miembros de la asociación de usuarios profesionales de s’estany catalogaron el proyecto de «un desastre que va a acabar con buena parte del sector náutico de la isla, propiciando que la gente alquile embarcaciones en Ibiza».

Otros asistentes preguntaron por el destino de «los microorganismos que se habían creado en los muertos de las barcas, ¿los van a sacrificar?». Otra inquietud que manifestó uno de los asistentes fue: «¿Qué van a hacer con los barcos cuando empiecen las obras?», lo que arrancó un estruendoso aplauso de un sector de público.

La presidenta, Alejandra Ferrer, llamó al orden a los asistentes: «Lo mínimo que se puede pedir es respeto. Respeto para los que estamos aquí arriba y respeto para los que están abajo, sean cuales sean los intereses de cada uno. Se ha abierto un plazo de presentación de sugerencias, para que todos ustedes puedan hacer sus aportaciones, hoy (por el miércoles) estamos aquí para presentarles un proyecto que todavía está por definir».

El colectivo de profesionales propuso una ampliación de boyas y pantanales «respetando los objetivos de la regulación» que supondría que un total de 517 embarcaciones pudieran hacer uso del lago.

En este sentido, la presidenta Alejandra Ferrer fue muy clara: «La situación actual es insostenible y no podemos plantearnos en ningún momento mantener esa presión de embarcaciones».

Respecto a los criterios con los que poder acceder a uno de los amarres o boyas, Ferrer apuntó: «van a ser diversos, en función de las sugerencias que vayamos recibiendo, pero tenemos muy claro que s’estany es un patrimonio de los formenterenses y esa será la prioridad, que las familias de la isla, tengan una opción con la que poder conservar una barca, como se ha hecho desde siempre».