Adriana Segovia, en el momento de la donación de médula ósea.

Adriana Segovia (Formentera, 1995) rebosa felicidad. Hace unos días fue madre por primera vez y se muestra exultante de alegría por ello.

La de su hija no es la única vida que ha traído al mundo. Al mismo tiempo que alumbraba a una nueva criatura, conocía que, al otro lado del océano, una paciente de leucemia tenía una segunda oportunidad gracias a su donación de médula ósea.

A los 18 años, Adriana se hizo donante de sangre y en una de las ocasiones le propusieron hacerse donante de médula. Su bisabuelo murió de leucemia y ella no se lo pensó dos veces: «Si con un sencillo gesto por mi parte, alguien puede salvar la vida, no lo dudo ni un segundo».

Hace un año llegó el momento de la verdad. Una paciente con leucemia de EEUU era compatible al cien por cien con la médula ósea de Adriana. Con la mediación de la Fundación Josep Carreras, la joven se desplazó a Son Espases para someterse a una aféresis, un tipo de donación en la que se extraen, por separado, las células madre de la sangre en un filtraje muy parecido a la diálisis.

«Una persona vino a buscar mis células madre y quiso agradecerme personalmente el gesto. Le entregué una carta en la que deseaba mucha suerte a la receptora y me dijo que se la daría con mucho gusto», explicó Segovia.

Recientemente, la donante recibió el siguiente mensaje de la Fundación Josep Carreras: «Tengo buenas noticias para ti. Centro de Trasplantes nos informa que el paciente evoluciona muy bien. Tus células han sido todo un regalo».

La emoción embargó a Adriana, que recuerda el momento como «una sensación indescriptible». «Regalar una vida con un gesto tan sencillo...», agregó emocionada.

La donante insiste en animar a la ciudadanía a hacerse donante de médula ósea: «Sigue habiendo mucho desconocimiento y se debería hacer más difusión. La donación es muy sencilla, indolora y no tiene ningún riesgo. Es lo más parecido a una extracción de sangre. Animo a todo el mundo a regalar vida».

A pesar de que las donaciones son anónimas, Adriana ha podido saber que la suya ha llegado a buen puerto, lo que la ha llenado de energía y optimismo para su nueva gran obra: la cría de una pequeña que todavía no sabe que su madre es una auténtica heroína.