Los pacientes tienen que viajar a Ibiza con todo el desgaste que conlleva.

Formentera tendrá servicio de diálisis a partir del día 21 de este mes. Según ha podido saber este periódico, el nuevo hospital de día que se pondrá en marcha el próximo día 21 tendrá cuatro plazas de diálisis que permitirán atender a pacientes con patologías nefrológicas. También incluye la instalación de un sistema de tratamiento de agua por ósmosis inversa destinado a obtener el agua ultrapura que se necesita, idéntica a la que hay en el hospital Can Misses.

El nuevo servicio cuenta con una superficie de 50 metros cuadrados y también atiende a pacientes de oncología y odontología desde la semana pasada. La puesta en marcha del nuevo equipamiento ha supuesto la contratación de un nefrólogo y personal de enfermería y ha supuesto una inversión de 350.000 euros en la obra de reforma que ha precisado el hospital de Formentera.

El 17 de noviembre de 2020, la consellera balear de salud Patricia Gómez descartó en sede parlamentaria que se pudiera ofrecer el servicio de hemodiálisis en el hospital de Formentera porque este «no cumple los estándares de calidad», dijo entonces la titular de salud.

La movilización popular y la presión mediática ante lo que era un evidente agravio comparativo para los usuarios de Formentera dieron la vuelta a la situación y, seis días más tarde de la afirmación de Gómez, el mismo Parlament aprobó por unanimidad implementar este servicio en la pitiusa del sur.

Atrás quedarán los penosos viajes tres veces por semana a Can Misses para poder someterse al imprescindible tratamiento que mantiene con vida a los enfermos de riñón.

El nuevo servicio beneficiará a tres usuarios de la isla, aunque dos de ellos son distintos a los que iniciaron las reivindicaciones. Tan solo Carlos Tur queda como uno de los veteranos usuarios y los otros dos son nuevos pacientes. El propio Carlos Tur manifiesta su alegría ya que actualmente «sufres mucho en los desplazamientos, el tratamiento te deja muy débil; te sube mucho la presión y el viaje a veces es muy desagradable, por lo que llegas a casa muy cansado y te tiras el resto del día tirado en el sofá».

De los otros dos usuarios, Francisco Mayans nos dejó hace algunos meses a los 84 años, después de varios meses ingresado en Can Misses ya que había perdido la movilidad. Por su parte, José Ignacio Monge, conocido por todos como Tato y el gran luchador para reivindicar este servicio, fue felizmente trasplantado el pasado mes de marzo con éxito, aunque ha seguido muy pendiente del desarrollo de las obras del nuevo equipamiento: «Estoy feliz, aunque ya no lo vaya a tener que utilizar. Este era un servicio muy necesario para la isla y han sido dos largos años de batalla que finalmente parece que van a llegar a buen puerto».