Sebastián Vidal en el Club Náutico de Ibiza, entidad a la que lleva ligado buena parte de su vida.  | Toni Planells

Sebastián Vidal (Ibiza, 1969) es el director deportivo del Club Náutico de Ibiza desde hace más de tres décadas. Implicado en la entidad durante toda la vida, no oculta su inquietud por el futuro del Club Náutico de Ibiza, a la vez que reivindica tanto la vela como el resto de los deportes náuticos en una isla en la que hay más jóvenes aficionados al esquí que a la náutica.

— ¿Cuánto tiempo lleva dedicado a la vela?
— Llevaré, profesionalmente,    unos 31 años. Empecé haciendo de marinero y de monitor y, poco a poco, me fui incorporando deportivamente a la vela.

— ¿Cómo le llegó la afición?
— Cuando era pequeño, mi hermana, María José, se apuntó con unas amigas a un curso de Optimist. Lo vi, me gustó y yo también quise apuntarme. Me enganchó y, desde entonces, no lo he dejado. Aparte de un año que estuve estudiando en Valencia.

— ¿En qué momento tuvo claro que iba a dedicar su vida a la vela?
— La verdad es que empecé muy joven, con 18 o 19 años, ya estaba trabajando en el Club Náutico de Ibiza como monitor de vela. Me pidieron que me hiciera cargo de la escuela de vela y lo que creía que iba a ser algo transitorio se convirtió en mi modo de vida. Al principio como monitor, otra temporada como marinero hasta incorporarme a tiempo completo en el equipo de vela. Hoy por hoy tenemos un equipo de cinco monitores todo el año, más otro de ocho para el verano.

— ¿Qué momento vive la vela en Ibiza?
— La vela vive un buen momento. Los clubes náuticos, tanto el de Santa Eulària como el de Sant Antoni o aquí mismo, en Vila, están haciendo un buen trabajo. Tanto en el ámbito de escuela como de competición. Lo que nos pasa aquí (en Vila), que durante los últimos años estamos sufriendo ciertos efectos negativos por lo de la concesión administrativa por parte del Estado al Club Náutico de Ibiza, como sabéis todos.

— ¿De qué manera lo están sufriendo?
— Indirectamente crea un gran agravio a la escuela de vela. Por ejemplo, tenemos los presupuestos para comprar material más restringidos. Eso sí, tenemos todo el apoyo de la directiva del Club Náutico de Ibiza, que siempre ha estado vinculado a la vela. De hecho, ha sido el precursor de este deporte en la isla. Sería una verdadera pérdida para la isla el que no pudiéramos continuar con esta labor. La escuela se financia desde los presupuestos del club y de sus socios. Las ayudas de la administración no son suficientes. La náutica es un deporte que requiere mucha inversión y aquí tenemos la suerte de tener el mar, pero no tenemos lugar ideal para practicarlo.

— ¿No tenemos el lugar ideal para practicar deportes náuticos como la vela?
— En verano hay mucho tráfico frente al club. Por eso, tenemos la escuela en Talamanca, pero allí la presión de barcos fondeados también es muy grande. Eso es un hándicap a la hora de desarrollar correctamente todo el programa de cursos que hacemos durante el verano. En invierno podemos estar más tranquilos, volvemos al Club Náutico de Ibiza y podemos navegar tranquilamente por Platja d’en Bossa.

— ¿Corre peligro la escuela de vela?
— Corre peligro si el Club Náutico de Ibiza no consigue renovar la concesión, sí. Es una pena porque somos una especie de polideportivo del mar e igual que las instituciones hacen inversiones en piscinas, pistas de atletismo, campos de fútbol y demás, nunca se han molestado en hacer instalaciones como Dios manda para quienes quieren navegar en Ibiza. Además, la vela es el deporte, junto al piragüismo, que más medallas ha conseguido para el deporte español. No deja de ser paradójico que en Ibiza haya más gente que sepa esquiar que navegar.

— ¿Han salido muchas medallas de Ibiza?
— Tenemos un gran palmarés. Sin ir más lejos, ahora tenemos a Carlos Roselló, que acaba de hacer subcampeón de España en Murcia. Podríamos decir que es el modelo a seguir, como persona y como deportista. Si te miras nuestro cuadro de honor verás su nombre repetido varias veces. De hecho, tenemos el cuadro de honor más laureado de Ibiza. Hemos conseguido metas envidiables, desde campeonatos de Europa (Paco Tarrassa) a subcampeonatos del mundo (Carlos Roselló), además de Asier Fernández, que fue olímpico. Te los nombraría a todos, pero no sé si vas a tener espacio. [Por desgracia, no].

— ¿Usted ha competido?
— Sí, aunque creo que he sido mejor entrenador que deportista. He participado tanto en vela ligera como en crucero en el trofeo Princesa Sofía de la clase Europa, campeonatos de España de crucero. La última regata que hice hace ya unos cinco años fue la vuelta a Formentera. A mí lo que de verdad me llena es ver a los chavales disfrutando del mar.

— Tanto la vela como la náutica en general requiere inversiones considerables. ¿Se trata de un mundo elitista?
— No tiene por qué. A la hora de aprender no hace falta un gran reembolso. Cualquier chaval puede empezar en el Club Náutico de Ibiza, que aporta todos los medios necesarios. Sí que es verdad que ya nos hemos acostumbrado a ver en el puerto grandes yates de lujo, eso es una náutica elitista. Pero también es buena para la gente que trabaja en este mundo. Muchos integrantes de los equipos de competición están vinculados laboralmente al mar. Pero sí, para tener un barco y un amarre en Ibiza hace falta un gran presupuesto.