Óscar Roig en el taller en el que trabaja en Ibiza. | Toni Planells

Óscar Roig (Ibiza, 1967) lleva entre llaves inglesas, bielas y pistones desde su infancia. Un oficio, el de mecánico de motos, que lleva como vocación y que desarrolló junto a Manolo y Javi, en Can Manolo. Uno de los talleres más veteranos de Vila, fundado en 1955 y que, a día de hoy, regenta él mismo.

— ¿De dónde es usted?
— Soy vilero. Mi padre, Bruno, junto a su hermano, Gabriel, es el que fundó el bar Ribereño del puerto. Estaba al fondo, donde estaban las antiguas barracas de los pescadores. Pero eso yo no llegué a conocerlo. Nosotros ya vivíamos en el Parque, con mis hermanos, Bruno y Marcos. Mi madre es Margarita, de Can Fiona.

— ¿Su familia se dedicaba a la hostelería?
— Así es. Al menos desde que yo recuerdo. Incluso, cuando yo era muy pequeño, que tuvieron parte en el Perira. Tengo recuerdos, de cuando era muy niño (no tendría más de seis años), de haber entrado por detrás mientras actuaban, o de ir al palco. Más adelante, y eso sí lo recuerdo bien, tuvo el bar Álavas, que estaba bajo el hotel Don Quijote, en Figueretes.

— ¿A usted no le atrajo el mundo de la hostelería?
— No. Es un oficio muy esclavo. Mi padre abría a las cinco de la mañana, para servir los desayunos a los taxistas y repartdores que empiezan a esa hora, y no cerraba hasta las dos o las tres de la noche, hasta que se iba el último. Nos pasábamos el día allí. Sobre todo mi hermano mayor, pero todos llegamos a trabajar en el Alavas. Ninguno de mis hermanos ha continuado el negocio (los dos son bomberos). Yo, desde los 14 años, he estado trabajando como mecánico. Siempre me han gustado las motos y trastear con ellas. Como no quería estudiar, cuando terminé octavo en Sa Graduada, mi madre me trajo al taller de Manolo Felicó para que probara como aprendiz, a ver si me gustaba. Décadas después, aquí sigo probando, ahora como propietario.

— ¿Cuándo se abrió este taller?
— En 1955, allí hay una placa que pone el año. Pero no estaba aquí, yo no lo conocí, pero el taller antiguo estaba al lado del Cine Serra, al lado de Sa Casola. Yo ya empecé en este taller, en la calle Gaspar Puig, donde Manolo se trasladó con su hijo, Javier.

— ¿Ellos fueron sus maestros?
— Sí. Sobre todo Manolo, el padre. Estuve con él mano a mano más de diez años, era muy buena persona. Pero un día se fue a Alemania de vacaciones y allí murió por culpa de un ataque de corazón. A partir de entonces estuve con Javier 15 o 20 años más, hasta que se retiró y me quedé yo con el negocio.

— ¿Recuerda la primera moto que desmontó?
— Claro, la Mobilette de mi padre. Se la cogía ya desde los 10 o 12 años, no siempre con permiso. Era con la que hacía las pruebas. La desmontaba e iba apuntando en una libreta los pasos (cosa que ya no se hace).

— El mundo de las motos, ¿lo vive también como piloto?
— No. Cuando tenía 20 años sí que cogías la moto, tenía una Kawa GPX 600, y te ibas a hacer el loco por la carretera y a ir por la Península. Pero ya han pasado muchos años, en esos tiempos se hacían animaladas muy gordas en la carretera (que algunos ya no podrán contar). Éramos una pandilla muy loca que nos juntábamos por el Astoria.

— ¿Recuerda alguna de esas locuras?
— la verdad es que en la carretera, como en la vida, he procurado ser siempre respetuoso con todo el mundo. Las que recuerdo no las hice yo y no te las voy a contar. Era una época en la que no había tanto control policial y se corría todo lo que se podía. A mí me interesaba más el fútbol que hacer tanto el loco.

— ¿Jugaba en algún equipo?
— Sí. En el Ibiza, empecé en la Peña Blaugrana de pequeño, a los siete años, y después pasé al Ibiza Atlético... El míster era Cardona, en la Peña Blaugrana estaban Juanito y González. Tuve una lesión en la rodilla y lo dejé, aunque sigo jugando con el equipo de veteranos del Sant Jordi. Entrenamos un día por semana y, una vez al año, salimos de vacaciones, o vienen de fuera para jugar aquí. El otro día jugamos con unos argentinos, hicimos torrada y pasamos el día. El partido quedó 5-4 a favor nuestro. Me gusta hacer deporte, aparte del fútbol hago pádel y siempre me ha gustado el culturismo. Desde tiempo del Fraile, de Pascual o con Rafa en el Nirvana.

— ¿Va a haber relevo generacional en el taller?
— Bueno. Mi mujer, Luisa, trabaja con nosotros en la parte de oficina del taller, pero mi hijo, Óscar, es fisio. De hecho, es el fisio de la U.D. Ibiza.