Toni Pérez ha dedicado su vida al transporte marítimo. | Toni Planells

Toni Pérez (Málaga, 1950) usa más su segundo apellido que el primero, Marí, «porque Tonis Marí, en Ibiza, hay demasiados». Este ibicenco nacido en Málaga ha dedicado su vida al transporte marítimo, un trabajo que ha combinado con el deporte y que le ha permitido cultivar una popularidad considerable en Ibiza «y parte del extranjero»

— ¿Dónde nació usted?
— Nací en Málaga. Mi padre, Vicent, era Guardia Civil y estuvo destinado allí muchos años. Allí conoció a mi madre, Julia, y fue donde vivimos, en la ciudad, toda la familia hasta que tuve nueve años y vinimos a Ibiza. Sin embargo, cada año volvíamos a ver a la familia en cuanto llegaban las vacaciones de verano.

— ¿Destinaron a su padre a Ibiza como Guardia Civil?
— No. Volvimos a Ibiza porque heredó una finca, Can Marge, en Sant Joan. Su hermano mayor, Joan, que era el ‘hereu’, murió en un accidente mientras hacía una ‘sitga’ de carbón. Así que dejó la Guardia Civil y vino a trabajar en la finca de Sant Joan.

— ¿Cómo acabó su padre en la Guardia Civil?
— Porque le pilló la Guerra Civil cuando estaba haciendo la mili en Barcelona. Las circunstancias le llevaron a luchar en el bando franquista y, cuando acabó La Guerra, le metieron en la Guardia Civil y le destinaron a Málaga con todo el tema de los maquis que había en toda esa zona. De cuando yo era niño, a mi padre solo lo recuerdo con el tricornio y la capa. Se iba de campaña durante meses, volvía para recuperarse y volvía a marcharse. Cuando le salió la oportunidad de volver a Ibiza ni se lo pensó, dejó la Guardia Civil encantado para trabajar en el campo.

— ¿Notó mucho el cambio de vivir en Málaga a vivir en Sant Joan?
— Ya lo creo. Nada más llegar con el barco a Ibiza, nos llevaron a Sant Joan con ese ‘camión’ que aparcaba en la parada del bar Domingo. Con ‘eso’ llegamos hasta Ses Arcades, pero la casa está donde está el repetidor de la luz. Imagínate para llegar e imagínate cuando llegamos a esa casa: «¡Papá no hay luz!», «papá, ¡¡no hay water!!». Él me contestaba: «¡pues límpiate el culo con una piedra!» Y yo solo quería volver a Málaga. Allí vivíamos en la capital, con todas las comodidades que todavía no habían llegado a las casas payesas de Ibiza. Además, para ir al colegio, tenía que caminar tres kilómetros ¡cuatro veces al día!. Imagínate tú qué palo.

— ¿Hablaba eivissenc?
— Ni una palabra. En el colegio yo era el extraño que no hablaba su idioma y me tenían amargado. Ni siquiera quería salir al patio. Mi padre llegó a hablar con el profesor, Don Manuel Asenjo, de tan amargado que me tenían. Además, al colegio venían todos los bestias de Xarraca, Portinatx y esa zona que se traían su ‘barseta’ con la comida para poder comer al medio día. Yo iba a comprar el pan al colmado Paco y los cabrones me esperaban en el bosque para hacerme ‘pestes’: darme cuatro hostias y quitarme el pan. Sucedió varias veces hasta que, en una de esas, fui yo el que acabó dándoles a ellos. A partir de entonces, encantado de la vida. Esos compañeros (Joan ‘botigues’, el de Can Covetes, Rafila, Cosmi…) han sido amigos míos toda la vida y, a día de hoy, seguimos siendo amigos.

— ¿Vivieron siempre en Sant Joan?
— No. Unos cinco años después vinimos a vivir a Vila, a Vara de Rey. Mi padre estuvo trabajando en la Plaza del Parque con el capitán Posadas, que era el jefe del destacamento de Artillería de Los Molinos. Él era maestro guardicionero y trabajaba como civil. Entonces yo fui al colegio de Sa Graduada para prepararme para el instituto, al que fui el primer año que inauguraron Santa María. Después me fui a estudiar Maestría Industrial a Palma para entrar a trabajar a Gesa, pero no duré demasiado y me volví a Ibiza, me casé y empecé a trabajar.

— ¿Dónde trabajó?
— Mi primer trabajo fue en la Firestone, primero en frente del bar Molins y, después, en Ignacio Wallis. Estuve de cajero muchos años antes de irme a la mili. Después me pilló por banda Xiquet Pou para trabajar con él hasta que me fui a Vapores Suardíaz, una naviera de carga en la que entré como cajero. A los dos años pasé a ser jefe de muelle y, después, me pusieron de director con solo 26 años. Los directores de las demás navieras (Pedro Pujol, Domínguez o Oscar Morey) parecían mis abuelos. hasta que dejamos de operar cuando vendieron los orlones a Trasmediterránea. Entonces me fui a Naviera Mallorquina con Óscar antes de montar mi propia agencia de transportes, LTE Pitiusas. Me dediqué al transporte de mercancías hasta que me jubilé. Gracias a este trabajo me conoce casi toda Ibiza y parte del extranjero.

— ¿Ha cultivado alguna afición?
— Aunque lo han intentado muchas veces, nunca han conseguido meterme en política (ríe), aunque he colaborado todo lo que he podido. Lo que pasa es como no sé mentir, no sirvo para la política. Mi afición siempre ha sido el fútbol. Desde pequeño entrenaba con el Coloso, que llevaba Bagaix, o con el España, que entrenaba El Cuenca y hacíamos de ‘sparring’ con los del Ibiza cuando necesitaban pelotear con alguien. Siempre he hecho deporte. Desde pequeño, cuando mi padrino, Toni, me llevaba a saltar a s’Aranyet. Mi tío y padrino Toni era un hombre muy popular en su época. Le llamaban ‘el jefe de s’Aranyet’ y es que cada día, durante todo el año, estaba en s’Aranyet, saltando del ‘salt d’es jefe’ al mar y enseñando a saltar a los niños desde esas rocas a las que añadieron unos bloques para que fuera todavía más alto.