Joan Juan en Vara de Rey tras la charla con Periódico de Ibiza y Formentera. | Toni Planells

Joan Juan (Eivissa, 1944) es un habitual en las improvisadas tertulias matinales en Can Alfredo. Joan o ‘Juanito’ como le conoce la mayoría de sus amigos en Ibiza, «salvo Vitorino y Rosa de Can Verdera, que siempre me llaman Joan», volvió a Ibiza tras haber hecho vida y carrera como dermatólogo en Albacete.

—¿Dónde nació usted?
—Nací en la calle Antoni Palau, en pleno barrio de La Marina. En la misma casa en la que vivo ahora y que construyeron mis abuelos en 1870, tres años antes que el Mercat Vell. Yo era el mayor de los cinco hijos que tuvieron mis padres, Leandro y Pepita.

—¿A qué se dedicaban sus padres?
—Mi madre bastante tenía con cuidar de los cinco. Llevarnos al colegio cada mañana, ir al mercado, cocinar… Siempre la recuerdo en la cocina. Como cualquier mujer de su tiempo. Mi padre era médico. Tenía la consulta, junto al dentista ‘Piset’, al lado de casa: vivíamos en el número cinco y la consulta estaba en el siete. En esos años apenas había médicos en Ibiza, aparte de mi padre estaban ‘Pujolet’, ‘Campanitx’, ‘Pepet’, Villangómez padre y pocos más.

—¿Tuvo una buena infancia?
—Sin duda. En casa nunca nos faltó de nada y el barrio estaba lleno de niños. En aquellos años no había televisión, los padres se acostaban temprano y todas las familias tenían muchos hijos, ya sabéis (ríe). Nosotros éramos cinco, en la misma escalera había otra familia con seis, en la escalera de al lado había 11, los de Can Escandellet eran nueve o diez… ¡Éramos muchísimos niños! Mientras las niñas jugaban a la cuerda o a la chinga, nosotros jugábamos a la ‘piola’ o a las canicas (‘primeras, pié, matutes y gua’) en medio del camino por el que venían los carros de los payeses hacia el Mercat Vell. También hacíamos luchas a base de pedradas con los niños de los otros barrios. Solía ir con frecuencia a casa de mis tíos en Vara de Rey, los de Can Batlet, donde mis primos me compraban tebeos de ‘Hazañas Bélicas’. En esa época quien organizaba la juventud en Ibiza era el padre Morey. Montaba equipos de fútbol, hacía proyecciones de cine, excursiones, creó el ‘Club de los Muchachos’… Este hombre fue un verdadero fenómeno en la isla. Por envidias o Dios sabe por qué, lo acabaron echando de Ibiza y destinando al Congo Belga. La despedida fue impresionante, toda Ibiza fue a despedirle al aeropuerto. Los taxistas llevaban a la gente gratis.

—¿Vio la llegada de los primeros turistas?
—Sí. Ese fue el primer gran cambio de Ibiza, cuando llegaron los primeros hippies y beatniks. En aquella época también venían barcos de guerra y alucinábamos cuando veíamos a un negro o a alguien tatuado. Ibiza era un lugar desconocido en el mundo y venían muchos americanos jóvenes a esconderse para no ir a Vietnam, también había muchos alemanes nazis que se refugiaron aquí tras la II Guerra Mundial. Desde ese momento, empezaron a venir otros extranjeros a ver a estos, se dieron cuenta de lo bonita que era Ibiza y ¡mira ahora!

—¿Dónde fue al colegio?
—Cuando era pequeño fui a las monjas de la Consolación. Después a Sa Graduada a hacer los estudios primarios, al instituto de Dalt Vila para hacer el bachillerato y, para la PREU me fui a Mallorca. Después, de la misma manera que hizo mi padre, me fui a Valencia a estudiar Medicina. Después me especialicé en Dermatología y, como era residente y no era de Valencia, me facilitaban una habitación en la Facultad de Medicina. Allí conocí a mucha gente de fuera de Valencia, entre ellos a una enfermera, Dori. Dori y yo nos casamos poco tiempo después, en 1975.

—¿Vivieron en Valencia?
—Muy poco tiempo, el justo para que terminara la especialidad. Entonces una compañera y gran amiga de la facultad que se había especializado en oftalmología, Carmen Sausol, y que se había ido a trabajar a Albacete, me dijo que allí había plazas vacantes en dermatología. Yo quería volver a Ibiza. Aquí al Dr Coll, que era el único que hacía dermatología, le quedaban dos años para jubilarse. Así que accedí a la propuesta de Carmen hasta que se jubilara el Dr Coll. Enseguida montamos una consulta para los dos en un local donde Dori estaba en la recepción. Nos fue extraordinariamente bien y decidimos quedarnos. Allí nacieron nuestros tres hijos: Beatriz, Leandro y Paula. También han nacido allí mis nietos Jaime, Irene y Sergio; Laura y Javier, de mi hija Paula, han nacido en Ibiza.

—¿Trabajó siempre en la consulta junto a Carmen y Dori?
—No. Desgraciadamente tuvimos que cerrarla dos años después, cuando Carmen tuvo un accidente de tráfico mortal el mismo día que cumplía 30 años (se emociona). Era una mujer guapísima, simpática y llena de energía, siempre decía: «Trabajamos como putas, ¡pues vivamos como putas!» En ese momento cerramos la consulta, pero ya tenía la vida establecida en Albacete y me quedé trabajando en la Seguridad Social hasta que me jubilé.

—¿Volvió entonces a Ibiza?
—Volví en 2018. Tenía claro que quería volver a Ibiza. Me fui de aquí con 15 años y quería pasar la última etapa de mi vida en Ibiza. ¡Y aquí estoy! Siempre estuve yendo y viniendo todos los veranos y vacaciones, ahora espero a toda la familia para estas Navidades, entre hijos, yernos y nietos, seremos muchísimos.

—¿A qué dedica su jubilación?
—A pasear, a juntarme los viernes a comer con mis hermanos y demás familia y, los domingos, con mi ‘colla’ de amigos de toda la vida.