María del Mar plasma sus emociones vitales en cada uno de los cuadros que elabora. Foto: VICENÇ FENOLLOSA.

Hace diez años María del Mar comenzó junto a un «selecto ramillete de artesanos-artistas, preferentemente mujeres» de Sant Antoni, un pasatiempo que con el tiempo terminaría por convertirse en profesión, actividad que compagina con la de representante de ventas. A través de las lecciones impartidas por la alemana Inma Bonsoch, unas 25 personas aprendieron el que para ella supone «el más bello y tradicional oficio artesano: el esmalte».

Hoy, continúa dedicándose a una labor que va pareja a su estado de ánimo: «Depende de cómo me sienta, así creo mis obras», afirma. Ahora está inmersa en los desnudos, un pensamiento que relaciona con la temporada estival y con un espíritu positivo y alegre que define de un modo muy particular: «en estos momentos me encuentro enamorada del amor. No de una persona en concreto sino de un sentimiento, del amor en sí y de lo que representa, una emoción capaz de cambiar la actitud que tenemos a la hora de enfrentarnos con los problemas» explica contundentemente.

Esta artista, que conserva alguna de las capacidades perceptivas de sus antepasados «la gente dice que soy un poco pitonisa», muestra en cada uno de los trabajos que realiza su pasión vital. Por ello, las láminas de cobre y los colores intensos son parte indispensable del proceso de elaboración. «Me gustaría que la gente pudiera ver las cosas tal y como yo las veo, de una forma menos egoísta.