CONCHA ALCANTARA Los turistas que se quedan sin dinero, mayoritariamente los de origen británico, recurren al servicio de comedor que a diario ofrece Cáritas. Este comedor social, con una capacidad máxima de 15 plazas, llega a tener una media de diez a doce personas diarias en estas fechas. «Estamos al límite. Se trata de gente que viene sólo un par de días, pero recurren a Cáritas porque se han quedado sin dinero, se lo han robado o porque se lo han gastado y no saben qué hacer», explicó un portavoz de Cáritas.

El aumento de personas que recurre al comedor social, que se abastece de comidas preparadas de la residencia Reina Sofía y de alimentos ya cocinados, comenzó a notarse desde la segunda quincena del mes de julio. Durante el verano cambia el estereotipo de las personas que recurren al servicio del comedor y la necesidad está muy relacionada con situaciones de picaresca. «Llegan aquí, se lo gastan todo y después piensan 'vamos a Cáritas a comer' y les damos la comida porque no puedes dejar a la gente en la calle, pero tienen más cara que espalda», precisan.

Sin embargo, no todas las circunstancias son las mismas y así lo exponen desde Cáritas: «Hace unos días apareció un italiano al que le propinaron una paliza en la playa, le robaron el dinero y la documentación, se quedó sin nada», explicaron. Por intermediación de Cáritas se le puso en contacto con su embajada «para que ellos les puedan facilitar el dinero para irse», señalaron desde esta organización benéfica.