Actores y personal técnico, pendientes de las evoluciones de la filmación, ayer, en el puerto deportivo de Marina Botafoch. Foto: GERMÁN G. LAMA.

Aunque la visión de cinco millones de dólares de presupuesto pueden justificarse a simple vista con la contemplación del rodaje (en cuanto a despliegue, número de extras o instrumental técnico se refiere), quizás el mayor espectáculo de la película «Kevin and Perry (The Movie)» -basada en la exitosa serie de la BBC británica para adolescentes «Harry Enfield and Chums»- no sean los fotogramas sino el montaje realizado para lograrlos. Unos ochenta técnicos, entre ayudantes de sonido, iluminadores o cámaras, tanto españoles como británicos, a los que hay que sumar más de trescientos extras de toda la isla, componen un sorprendente conjunto que, sin necesidad de decorados, modifica el paisaje allí donde van. Ayer le tocó el turno al puerto deportivo de Marina Botafoch y desde un generador de 24 kilovatios hasta un autobús exclusivamente para el catering, pasando por una inmensa limousine, tomaron por completo la zona convirtiéndola en un inmenso plató. La magia del cine en grado mayúsculo compensada con el trabajo humano que devuelve a la realidad el universo de las estrellas del celuloide. Quince horas diarias de filmación, repetir hasta veinte veces una misma escena o la coordinación del amplio equipo son elementos que quedan al margen de las pantallas y que devuelven la ilusión a un mundo marcado por los sueños.