Dos soldados preparan uno de los morteros utilizados antes de intentar alcanzar uno de los blancos. Foto: GERMÁN G. LAMA.

Hasta 100 granadas disparadas a blancos fondeados -es decir, ubicados sobre plataformas en medio del mar- fueron lanzadas ayer en la zona de Cap Blanc de Eivissa, muy cerca de Portinatx. Una sección al completo y un pelotón, lo que equivale a veinticinco soldados profesionales (a los que hay que sumar oficiales y mandos) «tomaron» ayer de forma pacífica el área costera del municipio de Sant Joan, lugar al que se referían en función de sus coordenadas Greenwich para realizar las prácticas de tiro.

Dichas maniobras se desarrollan, tal y como señalaba el coordinador y responsable de esta actividad, el comandante García Vila, «para ejercitar a la tropa». La anécdota de una mañana que se caracterizó por la más absoluta normalidad fue la coincidencia de esta experiencia militar con una fiesta ilegal en el mismo recinto acotado, que reunió a varias decenas de jóvenes «hippies» con un mensaje de diversión y despreocupación completamente diferente al de los destinados en el acuartelamiento de sa Coma. El camino fue uno de los pocos lugares en que ambas partes se vieron, encuentro que se cerró con un amistosos saludo. Los decibelios de música lograron en contadas ocasiones anular el sonido del disparo de morteros pesados y medios. Estas armas se engloban dentro de las conocidas como «colectivas», ya que para su manejo se precisa a varias personas, en concreto entre 5 y 3, respectivamente. Algo perfectamente comprensible si se tiene en cuenta que el peso oscila entre los 270 kilos y algo más de ochenta. Con ello se consigue un alcance de 6 kilómetros o 2'5, en función del tipo usado.