No fue la casualidad la que hizo que Vicente Ferrer y el periodista Alberto Oliveras cruzaran sus caminos. A mediados de los 60, Oliveras presentaba «Los formidables», todo un fenómeno social radiofónico. A su puerta llamó, en busca de ayuda, el padre Montalvo, el «lugarteniente» de Ferrer. Al principio, los responsables del programa mostraron su reticencia, como a todo aquello que oliera a religión rancia. Pero el proyecto de excavación de pozos caló hondo en el ánimo de los periodistas, que consiguieron financiación para tres mil pozos, todo un récord. Desde entonces, la vida de Alberto Oliveras aparece ligada a la de Vicente Ferrer, el babá blanco de la India. El periodista ha escrito multitud de artículos en revistas especializadas, ha realizado algunos cortos para el cine -«El loco de la ciudad del infinito»- y películas -«El hombre del paraguas»- sobre un hombre que ha dinamizado una gran zona deprimida. Ferrer se mostraba reticente a hablar sobre él, a que alguien escribiera su biografía.«No se podía negar cuando yo se lo pidiese...No me dijo que no, pero faltaba entusiasmo en la idea», comentaba Oliveras. Hasta que una vieja maleta llena de papeles, artículos y fotografías que contenían información fue dejada en el bungalow en el cual se hospeda Oliveras cada vez que viaja a Anantapur: «Era su manera de decirme 'adelante'». Entonces se abrió un paréntesis de dos meses en los cuales Ferrer desbriznó su vida y trayectoria, los ideales de ayuda a los demás, sin dogmatismos ante el periodista y amigo. Las charlas se resumen ahora en la obra «Vicente Ferrer. La revolución silenciosa» editado por Planeta Singular, que cederá parte de los beneficios a la Fundación Vicente Ferrer.