Carlos muestra el boleto de la quiniela de 1966, todavía por sellar.

Todo comenzó cuando tenía 12 años y le regalaron un par de billetes antiguos. Entonces, Carlos Beltrán desconocía cuál era el valor de ese papel moneda, pero poco a poco se fue aficionando al tema. Hasta que la fiebre subió. Ahora, este joven de 26 años "casi 27" se ha convertido en un aficionado a cualquier tipo de colección. En su casa se amontona su serie de 5.000 mecheros junto a la colección de cajas duras de tabaco, que ha llegado ya a los 300 ejemplares, todos de marcas diferentes. «Al principio los paquetes estaban enteros, menos un cigarro que siempre me fumaba yo para probarlo. La lástima es que me he convertido en un estanco, y cuando en mi casa alguien se queda sin tabaco se pasa por mi cuarto», explica.

A su casa han llegado marcas de tabaco de lugares tan lejanos como Tailandia o Brasil. «300 paquetes no parecen gran cosa, pero si la condición es que sean de caja dura, no creo que haya muchos más en el mundo», comenta.

Algunas de las piezas de sus diferentes colecciones han llegado de las maneras más dispares. Por ejemplo, una de sus joyas más preciadas la recibió en el colegio de manos de un compañero de clase. Se trata de una quiniela sin sellar de la jornada 24 de la liga de 1966. En ella no sólo se aprecia la evolución de estos boletos "que antes llevaban publicidad de brillantina y pasta de dientes" sino que además podemos encontrarnos con varias sorpresas. Por ejemplo, un curioso duelo en Primera entre los equipos del Calvo Sotelo y el Levante.