Un grupo de operarios trabajaba ayer en eliminar todo aquello que ensucia la imagen de la ciudad. Foto: V. FENOLLOSA.

Cuando la mayor parte de la ciudad aún duerme, efectivos de la empresa municipal de limpieza, CESPA, inician una jornada especial. Son las siete de la mañana y el barrio ibicenco de ses Figueretes se prepara para recibir una sesión extraordinaria de lavado de cara. Un camión, una fregadora mecánica y un vehículo-cuba son los soportes que ayudan a los siete operarios que despliegan la actuación. Por delante les esperan siete horas de recogida de residuos, de limpieza de pintadas en el mobiliario urbano y de eliminación de la publicidad que durante el verano se coloca en las farolas.

Como un ejército de hombres ataviados de azul los operarios comienzan su tarea a pie. El primer objetivo, los bordillos y el alcantarillado. El polvo acumulado y los restos que el barrendero con sus útiles no puede quitar se convierten prioridades. Las herramientas manuales dan paso a las mecánicas y éstas a la propulsión de agua.

Ses Figueretes se lava la cara a través de una campaña especial de limpieza del CES De manera sincronizada los trabajadores de la empresa municipal acometen su tarea. Al mediodía se encuentran en la calle Ramón Muntaner. Allí se topan con una escalera intransitable, la que está ubicada en José Picarol. El ramaje acumulado de los árboles del entorno y los residuos la han dejado inutilizada. Un camión espera en la cuneta de la vía a que los hombres de azul vayan llenando su capacidad. La tarea se convierte en fructífera. Los escalones vuelven a distinguirse como antaño y la gente podrá subir de nuevo por ellos.

Entre el polvo, el barro, las ramas y los contenedores la anécdota aparece. Documentación que en su día fue arrojada a la acera por un ladrón desesperado que no quería saber nada de la identidad de su víctima, hojas de libros clásicos, llaveros o alguna que otra moneda, sirven para amenizar la tarea de estos trabajadores. Aunque, en ocasiones, ésta deja de ser apacible. Por ejemplo, cuando una alcantarilla opone más resistencia de lo normal para ser limpiada. Y es que algún vecino la ha taponado con una chapa metálica para desentenderse de los olores que desprende.