El catedrático de psicología clínica de la Universidad del País Vasco Enrique Echeburúa, explicó ayer que pese a que jurídicamente se suele hacer una profunda distinción entre el maltrato físico y el psicológico, el segundo deja secuelas en la mujer de la misma gravedad que el primero, a pesar de que no viene acompañado de agresiones.

Echeburúa, que participó ayer en las I Jornadas de prevención de la violencia doméstica que están desarrollándose en el Consell Insular comentó que según la investigación que se está desarrollando desde hace diez años en la universidad vasca las mujeres tardan una media de doce años en denunciar las agresiones, tienen una edad que ronda los 40 años y aguantan la situación por razones de dependencia económica o emocional, de presión social o por sufrir una fuerte depresión, que provoca en la mujer «apatía, indefensión, falta de esperanza y especialmente de energía».

La intervención de Echeburúa tuvo lugar en la segunda de las tres mesas que se celebraron ayer y que estaba dedicada a la intervención psicológica en víctimas y agresores. Contrariamente a lo que se suele pensar, este experto informó que casi la mitad de los casos de maltrato que se producen están exclusivamente producidos por maltrato psicológico, una situación que no debe confundirse con una mala relación de pareja. La agresión psicológica se caracteriza por la desvalorización continua de la persona, los insultos, las amenazas y las conductas degradantes, especialmente de tipo sexual, o restrictivas (en lo económico y lo social). Como consecuencia, analizó Echeburúa, la víctima sufre un profundo estrés que le provoca problemas médicos de muy diferente índole, así como ansiedad, inadaptación global o depresiones.