Empujando ambulancias, cambiando a pacientes de vehículo o llevar en hombros a un niño hasta el servicio de urgencias porque la unidad móvil se ha parado en la puerta del hospital. Estas son algunas de las peripecias que relata Jordi Torà, un enfermero del 061, sobre el apoyo que les presta Ambulancias Insulares, empresa adjudicataria del servicio de transporte sanitario urgente.

«Cambiamos de ambulancia hace una semana porque el motor se quemó y la hemos inmovilizado múltiples veces», recuerda Torà. Más recientemente, se detectó una pérdida de gasolina en el depósito de combustible. «Vamos con miedo», precisa. En otras ocasiones, cuando se dirigen a un servicio se encuentran al llegar con otra ambulancia. «Vas jugándote el tipo por la carretera y cuando llegas hay otro vehículo. Hay una descoordinación total», señaló. «Tenemos que asistir a las urgencias de una manera irregular, poca segura y con abundantes defectos», añade.

Hay múltiples ejemplos que revelan las condiciones en las que desarrollan su trabajo. En un accidente en el tramo de las discotecas de la carretera de Sant Antoni, el auxilio a la víctima, que falleció, se complicó cuando «se tuvo que empujar la ambulancia y aún así no arrancó». El 061 no tuvo más remedio que coger el material y cambiar de vehículo. «Hemos llegado a arrancar empujando la ambulancia hasta siete u ocho veces», señala.«Me puedo creer que no funcione una vez, pero no sistemáticamente. No se dan los servicios y se llega tarde», apunta.

El Insalud denunció el convenio con Ambulancias Insulares. El proceso está supeditado a la decisión del Ministerio de Sanidad. Ahora en verano se duplican los servicios, pero Jordi Torà advierte de que si no hay una red coordinada de ambulancias «se va a hacer lo que se pueda».