El Grup de Teatre d'Arts i Oficis, por última vez en la que ha sido su sede desde 1965. Foto: MARGA FERRER

Una silla firmada, un palo de la tramoya con un gorro de bufón, algún zapato y recuerdos, muchos y buenos recuerdos. Esto es lo que se llevaron los componentes del Grup de Teatre de la Escola d'Arts i Oficis que acudieron el pasado martes por la noche al último ensayo en el maltrecho teatro del edificio de Educación que estos días se desaloja antes de que se proceda a su derrumbe.

Son 36 años de vida y de historia de la compañía teatral los que también se quedarán entre los escombros del edificio que recibió la última visita de un grupo de actores y actrices amateurs que han crecido entre sus subidas y bajadas de telón. «Debutamos a finales del 65 en este teatro con una obra de Chicho Ibáñez Serrador después de la fusión de la Agrupación Juvenil de Teatro y de la Sociedad Tanit», rememoraba un callado y triste Pedro Cañestro, que seguía desde la sala de butacas las bromas y sketches. «Por aquí habrán pasado más de dos mil alumnos que, además de ensayar las obras en escena, leían a otros autores», añadió Don Pedro, que es como le denominan cariñosamente sus pupilos.

Con la mejor acústica de todas las salas teatrales de la isla, este local ha sido el hogar del Grup de Teatre hasta el pasado martes, aunque desde 1999 dejó de acoger representaciones. «Este teatro, que era una preciosidad, tenía unas butacas estupendas», explicó Cañestro. «Nos lo dejó el director del centro en aquella época, Don José Zornoza», puntualizó, «y yo era responsable del mismo».