Eva Maya lee la versión que dio este diario del conflicto desatado en Estados Unidos.

Eva Maya estaba a punto de finalizar el contrato de dos años que firmó con el Naval Research Laboratory -laboratorio destinado a la mejora de la flota naval estadounidense ubicado en los alrededores del Pentágono- cuando ocurrieron los atentados del pasado 11 de septiembre. Por aquel entonces aún le quedaban dos meses de estancia laboral en EE UU. Ahora ha vuelto a Eivissa para reencontrarse con su marido -Marco Marcos, entrenador del equipo de baloncesto Sa Graduada- y para contar su experiencia.

La psicosis generada en aquel país en los últimos dos meses, especialmente por los casos del correo con ántrax -carbunco-, es uno de los acontecimientos que más inseguridad confirió a la protagonista. En su empresa le llegaron a prohibir usar el correo electrónico, el teléfono se lo pincharon y no pudo recibir cartas desde que hubo una falsa alarma por carbunco. «Estados Unidos vive sumido en la incertidumbre, ya no sólo por el ántrax, sino porque la cosa vaya a más y a alguien se le ocurra soltar gas letal en el metro u otras sustancias en los puestos de trabajo. Es una sensación permanente de no saber qué va a ocurrir, ni cómo, ni dónde. En mi empresa se recibieron sobres que calificaron de sospechosos, pero los análisis dieron negativo. A pesar de ello, durante tres semanas, y dada nuestra ubicación frente al Pentágono, nos prohibieron usar internet, el correo electrónico y dejamos de recibir cartas como medidas de prevención. A los empleados nos pincharon el teléfono...Tuve muchos momentos desde el 11-S de pensar '¿Qué pinto yo aquí?'».

Es doctora en Química Orgánica, distinción que le permitió acceder hace dos años a este trabajo en EE UU recomendada por su director de tesis. Trabajaba en una zona calificada de riesgo en una compañía que se encarga de mejorar la infraestructura naval norteamericana. «Nos encargábamos de una investigación básica, casi sin la aplicación del desarrollo, pero eso los terroristas no lo saben... Por ello de repente vi que toda la comunicación que podía tener con España se me cortó, tenía que recurrir a las tiendas de internet para comunicarme con mis amigos».

La psicosis se trasladó del trabajo a casa. «Los últimos quince días viví con una chica española que estaba casada con un periodista cubano. El susto me lo llevé cuando ella recibió un sobre con polvo blanco...Hubo que llamar a la policía, se hizo el análisis y menos mal que no fue nada. Me podría haber infectado yo también. El estómago se encoge al ver la posibilidad de tener ántrax delante». El que no escapó de la amenaza del carbunco fue precisamente Carlos, el cámara cubano. «Estuvo el día en que el senador recibió el sobre con ántrax en el Capitolio. Todas las personas presentes se tuvieron que tratar con el antibiótico 'Ciprobay', incluido él. Son dos meses tomando unas pastillas que presentan unos efectos secundarios terribles para la cabeza y el estómago». Antes de volver a Eivissa, Eva Maya también vivió el accidente aéreo de Queens: «La reacción fue de decir: '¡Otra vez!', un accidente muy extraño».