El 30-N cobró en Eivissa, como en el resto de España, unas connotaciones mágicas. La película de Chris Columbus que recrea las vivencias de uno de los héroes literarios del momento, «Harry Potter y la piedra filosofal», llegó a las pantallas del cine Cartago y con ella el fin a una larga espera para los aficionados. Un niño que ha aprovechado el tirón comercial con la venta de la serie de sus cuatro libros para dar el salto al metraje. La primera sesión vespertina -16 horas- recibió una respuesta de público discreta pero la siguiente -19 horas- acogió la presencia del numeroso auditorio, infantil y adulto, ansioso por ver las evoluciones del personaje en el cine.

«Soy una fan de Harry Potter, me he leído los cuatro libros y tengo mucha curiosidad por ver la película. Llevo esperando mucho tiempo, y se ha dado la casualidad de que el estreno coincide con mi cumpleaños, ¡Menudo regalo!». Toni es una residente inglesa que esperaba en la puerta del cine a que llegara un grupo de ocho amigos. Por supuesto, ya tenía las entradas en la mano y mostraba grandes dosis de impaciencia. Ella fue un ejemplo de la heterogeneidad de público que presenció el segundo pase vespertino de ayer. La sesión de las siete fue la más concurrida, ya que a esa hora los niños ya habían salido del colegio y sus padres habían terminado de trabajar. Por su parte, Andrés y Rosa, acudieron con sus tres hijos. El cabeza de familia señaló: «He comprado las entradas hace tres horas, a ver si ahora cogemos una buena butaca y disfrutamos juntos de la proyección. Aunque la literatura es la literatura, pienso que siempre el cine no recrea lo que consiguen los libros».

Para pasar el primer filtro en la sala, el que marca el taquillero que corta las entradas en la puerta de acceso, se produjo a la vez la primera muestra de la capacidad de convocatoria de la cinta. Todos estaban impacientes por entrar en el recinto, como si por acceder con celeridad la película fuera a comenzar unos minutos antes. Tras hacer acopio de palomitas, refrescos y demás fetiches que suelen acompañar a los visionados de películas, el auditorio pudo contemplar, por fin, las evoluciones del pequeño mago por la pantalla del cine Cartago. Tras la cerca de dos horas y media que duró la proyección hubo gestos para todos los gustos. Al menos, cumplieron con el objetivo.