Sin retraso, con mucho frío y con un centenar de personas congregadas en la plaza del Ayuntamiento de Santa Eulària para participar en la xacota pagesa incluida en el programa de fiestas de la localidad. Sin previo aviso los componentes de la colla de la localidad comenzaron a entonar las notas folklóricas a partir de sus castanyoles, tambores y flautas. Tanto éstos como el público asistieron a la convocatoria vestidos de paisano, para que el traje típico empleado en las grandes ocasiones no fuera un obstáculo para que la gente diera el paso de salir a bailar al escenario improvisado bajo la carpa municipal.

El frío que azotó ayer a la isla no se notó tanto en la plaza del Ayuntamiento porque allí se celebró una xacota que ayudó a mover el esqueleto a los que respondieron a la cita. El evento comenzó a un ritmo lento, sin meter mucha caña a los asistentes para que éstos fueran saliendo a bailar poco a poco. Los que rompieron el hielo fueron los más pequeños, que atestiguaron con ese gesto que el futuro de la agrupación folklórica musical de la localidad está asegurado. Conforme pasaban los minutos los xacoters tocaban los instrumentos con mayor intensidad y en el escenario formado en el centro de la carpa cada vez se animaban más candidatos a dar los pasos típicos. A pesar de que llegaron a bailar veinte personas a la vez la sincronización fue perfecta. No hubo ni caídas ni roces que interrumpieran al resto de compañeros de pista.

Los más jóvenes desplegaron una especie de duelo con las castanyoles al despertar con ellas la presencia de un número cada vez mayor de féminas. A pesar de que la mayoría cumplía con la llamada de este instrumento en señal de cortejo más de una se avergonzó. «Venga, sal tú ahora que te han llamado», ánimos que no pudieron con las que se negaron hasta las últimas consecuencias. Escenas que marcaban que la tradición de la xacota no ha desaparecido y que no lo hará mientras los jóvenes se impliquen como demostraron ayer con la causa folklórica.

Después de casi una hora ininterrumpida de improvisación payesa, el sonido de los instrumentos desapareció, aunque la gente no, ya que en el mismo lugar se dispuso para los asistentes una muestra y degustación de productos típicos. El convite no fue rechazado y los participantes en la xacota degustaron butifarra, sobrasada, vi pagès en porrón y otros refrescos. Un base fundamental para reponer las fuerzas perdidas por el esfuerzo del baile.