A veces tenemos la ocasión de hacer algo que poca gente hace y hoy hemos querido realizar una visita a las entrañas del embalse del Gorg Blau, que surte de agua a Palma, para conocer sus más recónditas interioridades. El entorno en que se ubica la presa es impresionante, todo el mundo lo conoce y lo admira, y en invierno se respira aquí el aire más puro del mundo. Incluso puede adivinarse el vuelo majestuoso de los voltors negres sobre nuestras cabezas. Pero en esta ocasión no venimos aquí para comprobar el nivel de las aguas "cosa habitual entre periodistas, especialmente en tiempos de sequía" ni para disfrutar de un paisaje único, sino para adentrarnos en una realidad poco conocida, reservada a unos pocos: conocer el interior de la presa.

Para llegar hasta allí debemos entrar por una puerta situada al lado del pequeño acueducto, donde la carretera que arranca desde Sóller se desdobla a la altura del tenderete-bar, yendo un ramal hacia sa Calobra y siguiendo el otro hacia el monasterio de Lluc. Por el pedregoso camino ascendemos hasta la entrada de la panza de la presa, dejando a la izquierda un edificio de piedra donde EMAYA instaló dos motobombas de las que más adelante hablaremos, pues son básicas en todo este gran tinglado. A fin de orientarnos, echamos un vistazo a nuestro alrededor y descubrimos que estamos en la espalda de la presa.

Sin más, ascendemos por una breve escalera, esquivando las frías gotas de agua que caen intermitentemente desde el techo. La humedad se hace patente en cada esquina y el frío nos abraza indeseablemente. Ya estamos dentro rodeados de roca por todas partes y en seguida observamos que esta sala se divide en dos: donde nos encontramos y otra, enfrente, a la que accedemos cruzando por una rampa metálica de no más de un metro de longitud, y en la que hay las tres válvulas de conducción con sus correspondientes volantes de accionamiento, de color rojo, que abren los conductos de agua que entra en otras tantas "y enormes" tuberías, dos de ellas exclusivamente para los desagües de fondo, y la tercera que es la que une el lugar con la sala de motobombas citadas anteriormente, para impulsar el agua desde el Gorg Blau hasta Palma pasando por Cúber, el embalse menor.

Dejamos a nuestra espalda este habitáculo en el que, como en el resto, se nota la humedad, mientras que el frío se le mete a uno hasta el tuétano, y caminamos por un corto túnel de paredes rectas y empapadas y techo ovalado, que a su vez entra perpendicularmente en otro, por su mitad. Dicho túnel, de unos veinticinco metros de longitud, contiene, en el interior de un hueco, a la derecha, un péndulo, y en el otro extremo un extraño artilugio compuesto por tres piezas de hierro que, según nos explicó el ingeniero Federico Pareja, sirve para detectar ínfimos movimientos de la presa en las tres direcciones del espacio respecto a la roca a la que está unida.

A través de una empinada escalera lateral se asciende a otra galería similar a ésta y que no tiene nada de particular. Deshacemos el recorrido y regresamos al exterior. Pegada a la ladera de la montaña, la gran tubería discurre hasta la sala en la que están las das motobombas de 816 caballos de potencia cada una. Es la que transporta el agua de la presa del Gorg Blau hasta el embalse de Cúber, pero antes debe pasar por ese edificio donde las citadas motobombas, a través de otra tubería de acero de un diámetro de 600 milímetros, la impulsan, a razón de 550 litros por segundo, 156 metros, montaña hacia arriba, hasta el denominado canal de trasvase, de 5.629 metros de longitud. Sin duda, una gran obra de ingeniería que echó a andar a principios de los 70.

Luego, a través de tuberías, cuyo trazado se ve a simple vista desde la carretera, el agua sigue hasta el embalse de Cúber y desde ahí, a Lloseta, donde tras pasar por la planta de tratamiento se vehicula hacia Palma para su distribución. Aparte de lo dicho, el embalse del Gorg Blau no guarda ningún secreto más. Todo está a la vista. ¿Lo más impresionante? Sin duda, el paisaje que lo rodea. Antes de abandonar el lugar, echamos una última mirada a la enorme laguna. Preguntamos al ingeniero Pareja qué tal andamos de agua y... Pues tanto el Gorg Blau como Cúber "señala" están a buen nivel, tanto como al 80'70 por ciento de su capacidad. O lo que es lo mismo: entre los dos albergan 9'83 hectómetros cúbicos de agua (5'445 y 3'835 hectómetros cúbicos, respectivamente) lo que supone más del doble del año anterior por estas fechas, que era 4'898 hectómetros cúbicos. Y es que basta sólo con ver hasta dónde alzanza el nivel del agua del embalse respecto a la presa.