La Armada programó visitas para que todos los interesados pudieran conocer el interior del buque. Foto: M. FERRER.

El 5 de marzo zarpó del puerto de Cádiz. Desde entonces, Barcelona, València, Palma "y, desde ayer, también Eivissa" son algunas de las ciudades por las que ha pasado el insigne buque-escuela de la Armada española «Juan Sebastián de Elcano» durante el crucero que está realizando por aguas españolas, además de por Portugal y Francia. Un viaje que se repite tras una tregua de 50 años en los que el velero ha navegado principalmente por países sudamericanos. El capitán del barco, Manuel Rebollo, explicaba que el principal objetivo de este crucero es acercar a los ciudadanos una embarcación que ya forma parte de la historia de España y que despierta un gran interés entre la gente.

Lo demuestra el hecho de que, hasta el momento, la acogida en los diferentes puertos ha sido importante. «En Valencia estuvimos cuatro días y nos visitaron unas 20.000 personas. Aquí en Eivissa, donde sólo hemos estado una tarde y dónde hacía unos 70 años que no veníamos, creo que al final de la jornada habrán subido entre 800 y 1.000 personas», apuntaba el máximo responsable de la embarcación. Durante toda la tarde de ayer, un concurrido número de personas se agolpaba en el puerto de Eivissa esperando a que la pequeña barca 'Playa de cala Conta' les transportara hasta aquel impresionante buque de cuatro palos que se divisaba a la entrada de la bahía de Eivissa con las velas ya recogidas.

Una vez en la cubierta, el visitante era informado de que estaba a bordo de unos de los barcos más representativos y más antiguos de los que aún navegan. Nada menos que 75 años de historia se esconden entre cada uno de sus muchos recovecos, como la 'toldilla', el 'alcázar' o el 'castillo', denominaciones tomadas de antiguos buques y con las que se refieren a las tres parte principales de la cubierta. También cada palo ha sido bautizado con el nombre de algún antiguo buque-escuela que les precedió, como fue, por ejemplo, el «Nautilus».

Un buque con 3.200 metros cuadrados de superficie de vela en el que normalmente convive una dotación de unas 215 personas, de las que 25 son mujeres, profesionales y aspirantes a serlo que están acompañados de otras personas de gran importancia a bordo, como son sus cuatro cocineros, un peluquero, un cura, un médico, un carpinteros, una banda de música con cuatro componentes o un maestro velero. Todos los días se celebra una misa y a menudo se organizan conciertos en cubierta. «Son viajes que la mayoría de las veces duran unos 25 días. Por eso intentamos que se lleve lo mejor posible», explicaba Antonio Molla, oficial de ayuda de derrota y de meteorología.

Para cualquier marino es un honor acabar su vida profesional en «Juan Sebastián de Elcano», un buque que debe su nombre al primer hombre que, en el año 1519, dio la vuelta al mundo. Partieron cinco galeones, pero a los tres años sólo uno retornó al puerto de Cádiz. Son muchas las zonas de este barco que merece la pena resaltar. El puente de gobierno, lugar desde el que se conduce el barco y donde las temperaturas pueden llegar a ser muy bajas, ya que debido a la antigüedad del velero no es un habitáculo cerrado. O la cámara del capitán, un verdadero museo lleno de piezas de navegación con mucha historia detrás.