La localidad de Sant Carles de Peralta festejó ayer su particular día de Sant Joan con la celebración de una concurrida misa y un desfile de carros típicos. La nota más significativa de esta cita costumbrista y religiosa fue la bendición que el párroco, Antoni Marí Ferrer, dio a los caballos que tiraron de los más de veinte carros típicos que se dieron cita detrás de la iglesia de Sant Carles.

Dirigidos la mayoría por vecinos de la localidad y Santa Eulària, los carros realizaron una ruta que partió desde la zona trasera del templo para, a la altura de la plaza de la iglesia recibir las gotas de agua fresca y bendita y la bendición correspondiente. «Se trata de una costumbre que viene de antiguo», explicó uno de los vecinos que contemplaba el desfile. «Ahora sólo vienen los caballos, pero antiguamente se bajaban todo tipo de animales de trabajo y hasta las cabras», añadió.

El significado de este acto ahora simbólico, antiguamente tenía como principal objetivo la protección de los animales de domésticos de las gentes del campo, cuyas principales herramientas de trabajo eran, precisamente los animales.

«¡Molts anys i bons! y ¡Qué Dios os bendiga!», fueron las oraciones que el párroco emitió al tiempo que rociaba de agua bendita a los acalorados carruajes y a sus dueños, que agradecieron doblemente el acto por su simbología y porque sirvió para refrescar levemente el recorrido justo cuando el sol brillaba en todo su esplendor.