El Laurel está asociado a la idea de victoria y a ella se consagra y la simboliza. El artista y el guerrero serán consagrados visiblemente, se premiará su victoria con una corona o guirnalda de laurel. La victoria se refiere a la dedicación y fidelidad, no sólo a ser el más destacado en una competición, aunque también. Victoria es superar la fuerza de la pereza, las inercias, los límites, y dedicarse hábilmente a aquello para lo que uno es afín. Nada se consigue sin lucha y esfuerzo, al menos en una parte de su desarrollo, y el laurel está para dar testimonio de la dedicación necesaria.

Las fiestas en si mismas se coronan con guirnaldas, con la presencia del Laurel. Igualmente, a muchos platos le da ese toque específico, y quien de los comensales recibe la hoja de Laurel, se dice que hará un viaje o se convierte en el rey de la mesa, el protagonista. En muchas cocinas se ve, antes era un elemento indispensable, una rama de Laurel; aún pueden adquirirse con facilidad.

También simboliza la gloria en campos tan dispares como la guerra y el espíritu. En ambos casos protege de los desequilibrios mentales que ambas actividades pueden generar al desarrollarlas sin un sentido de la realidad terrenal. Es un arbusto asociado con el dios de la Grecia clásica Apolo, y se dice que la cercanía de esta planta pone en contacto con los dioses y la posibilidad de compartir sus poderes. Con Laurel se coronan los genios, los héroes y los sabios.

Laureado es sinónimo de premiado y la lauredada es el nombre que se da a muchos premios. Con todas estas atribuciones es natural que el Laurel despierte optimismo. En nosotros mismos existe una energía muy protectora que proviene de la alegría, de la confianza en la dedicación bien intencionada, todo ello proporciona la vitalidad necesaria para obtener nuestras victorias cotidianas, y aquéllas cuyo objetivo está a medio o largo plazo.

Frederic Suau