Monitoras e intergrantes de la asociación, en pleno repaso del guión.

S

e oye un ruido de llaves, una puerta, pasos, se abre el telón y aparece un museo de cera dispuesto a cobrar vida. Éste podría ser el comienzo de la obra Teatre M.A.C, Museo Animado de Cera, que se estrena mañana a las 21,00 horas en Can Ventosa. Pero tal vez no lo sea, sus protagonistas se empeñan en sorprender al público y quién sabe qué les espera a todos aquellos que decidan embarcarse en esta impredecible visita guiada.

El grupo teatral Vaporustedes llega con este estreno a su séptimo año en escena y lo hace con una parodia de la película Los crímenes del Museo de Cera (Wax Museum 1953). Sus actores son integrantes de la Asociación de Padres de Niños y Adolescentes Discapacitados de Eivissa y Formentera (Aspanadif) y, ayer, coincidiendo con el Día Internacional de la Discapacidad, desarrollaban el ensayo general de una obra bajo la dirección de Diego González. Una obra en la que cada uno de los actores tiene su papel y lo preparan con empeño para que todo salga bien en la noche de estreno. «Me gusta mucho actuar con ellos, es muy divertido, me lo paso bomba», explica Loli, una joven con discapacidad que interpretará a Mary Popins. «No, no he visto la película, y si la he visto no me acuerdo. Pero llevo mucho tiempo ensayando para hacerlo bien, y espero que salga, porque estoy muy nerviosa».

Félix, su compañero de reparto, lleva en el grupo desde que comenzó. Esta vez le toca hacer de Rocky Balboa. «Me gusta aprender, llevamos siete años como dice mi compañera, y la gente viene a reírse y a divertirse. Lo que pasa es que a veces me enfado», destacó el joven mientras que su otra compañera Toñi, aprovecha las clases de teatro para relajarse. Ocurre que trabaja en la Conselleria d'Educació, y «después de tanto trabajo» estimula su faceta de actriz. «Allí hago muchas cosas, sacar fotocopias, coger el teléfono, hacer recados, ir por la calle a los bancos, entrevistarme con la gente...Mucho. Pero aquí nos lo pasamos genial», agregó la actriz que, según explica, tiene un papel más complicado en la obra. «A mí me toca ir detrás de Diego, haciendo la puñeta».

Sin embargo, aquí todo es mutuo, ya que tanto monitores como actores además de divertirse, aprender y pasar todos los nervios propios de preparar y presentar una obra, también se relajan; y el que más, su director. «Aquí logro aislarme del resto del mundo, desconectar», concluye, por su parte, el director. L.A.