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a I Mostra de Cuina de Formentera i Vins de Balears fue el punto de encuentro, durante horas, tanto de los residentes como de los turistas que están pasando el puente del primero de mayo en la isla.

Si las previsiones eran excelentes, la espectativas de la organización se vieron superadas por la gran afluencia de curiosos y comensales que acabaron con las existencias. Las degustaciones fueron ofrecidas por tres restaurantes de la isla, S'Avaradero, La Tortuga y Pequeña Isla, las dos bodegas formenterenses, Terra Moll y Cap de Barbaria, una ibicenca, Can Maymó y la mallorquina José Luis Ferrer.

El restaurante Pequeña Isla, de el Pilar de la Mola, presentó dos platos habituales en su carta como son las tradicionales fritas de freixura y de polp y su excelente pastel de patatas y sobrasada; La Tortuga, de Sant Ferran-Ca Marí, preparó ensalada payesa, que no puede faltar en una comida típica de la isla y pierna de cerdo con salsa de higos, mientras que s'Avaradero, restaurante de es Pujols, presentó dos variedades de arroz, el arroz negro y el arroz a banda. Además había postres igualmente típicos de la gastronomía formenterense. Y como no hay buena comida sin bebida, las dos bodegas de la isla, Terra Moll y Cap de Barbaria aportaron su caldos, ésta última bodega con su tinto, mientras que la primera presentó un blanco, un rosado, un tinto joven de barrica y un tinto de crianza. Como acompañamiento estuvieron presentes dos bodegas, una de Eivissa, Can Maymó-Can Rich y José Luis Ferrer de Mallorca, ambas con una amplia variedad de vinos.

El éxito de esta Mostra fue tal que los 300 tickets preparados por la organización, a un coste simbólico de cinco euros, que daban opción a cuatro degustaciones de comida y otras tantas de bebida, fueron insuficientes, pese a que ello representaba 1.200 degustaciones de comida y otras tantas catas de vino; y no se dieron más tickets porque no había, aunque al final había gente que comía con o sin ticket y así no es de extrañar que la comida quedara corta pese a que los restaurante calculaban cada uno de ellos con comida para unas doscientas degustaciones de cada uno de sus platos; claro está que algunos recibían raciones que eran un plato y no una degustación, que tampoco eran medidas parcas, pero lo cierto es que el olor que impregnaba la plaza de Sant Francesc y que se esparcía por las calles adyacentes hizo que fueran muchas las personas que confluyeron frente a la Casa Consistorial y disfrutaron, los que pudieron, de las sombras de las carpas instaladas ad hoc.

El conseller de Turisme, Josep Mayans, mostraba a media tarde su satisfacción reconocía que organizarla al mismo tiempo que la muestra de vehículos de emisión cero había sido un doble trabajo para el Consell pero que había merecido la pena y confiaba en que el próximo año se repita la experiencia por estas mismas fechas, propicias al turismo familiar, tranquilo y el que siempre está dispuesto a degustar nuevas experiencias culinarias y al que hay que concienciar sobre la gran apuesta del transporte ecológico en Formentera como medida básica para preservar el entorno.

Guillermo Romaní