Flamencas en una de las carrozas que acompañaba a la Virgen. Foto: IRENE G. RUIZ

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en la iglesia del Rosario alrededor de las 17,45 no cabía un rociero más. Algunos esperaban en la puerta del templo la salida de «La Rocío», como la llaman de manera cariñosa a la Virgen. Mientras en el interior de la iglesia se cantaba la Salve Rociera, esa canción tan emotiva que dice algo así como Olé, Olé, Olé, Olé... al Rocío yo quiero cantar, pa pedirle..., al terminar la misa todos arrancaron en un aplauso y se oyó algún «Viva la Virgen del Rocío». En la puerta esperaban algunos fieles que llevaban camisetas en las que ponía «Emigrantes Rocieros», y es que muchos de los que ayer participaron en la romería eran de Alicante o de Valencia. El sentir rociero no tiene lugar de origen determinado, como expresó una de las fieles: «El Rocío es algo muy grande, es un sentimiento muy profundo; aunque yo no soy andaluza, soy de Alicante, también soy rociera».

Cuando la Virgen salió de la iglesia la Agrupación Musical Nuestra Señora de los Dolores la homenajeó con un Salve Rociero instrumental. Tras la ovación merecida, la acompañaron todos para comenzar la romería. Cientos de personas partieron hacia el recinto ferial donde, al acabar la romería, pudieron seguir festejando su homenaje rociero con música y muchas palmas. N. S.