Recepción de un hotel de Sant Antoni, en una imagen captada el pasado verano.

La industria vacacional de las Pitiüses contaba a 31 de diciembre del pasado año con un total de 88.420 plazas de alojamiento, según los datos oficiales facilitados por el Consell Insular d'Eivissa. Esta cifra es muy similar a la del ejercicio anterior y tampoco se encuentra distante de la del año 2004, cuando se marcó el récord en plazas de toda la historia de las Islas, con 88.500. La diferencia empieza a ser significativa si el lapso de tiempo se alarga y se abarca la última década. Es entonces cuando se pueden apreciar diferencias importantes y cómo el negocio turístico ha ido cambiando paulatinamente su fisonomía.

No ha cambiado que el mayor número de plazas correspondan a establecimientos hoteleros (incluyendo hostales y pensiones, con la única excepción de los alojamientos rurales). Sí lo ha hecho, y de forma significativa, la planta hotelera. En aquel entonces, los 310 hoteles registrados sumaban poco más de 56.860 unidades de capacidad, según los registros publicados por la Conselleria de Turisme del Govern. El pasado año, las cifras oficiales revisadas por el Consell elevaban esta cifra hasta las 60.660 unidades repartidas en 328 establecimientos, un incremento de casi 4.000 plazas hoteleras en una década.

El caso de los apartamentos ha seguido una senda contraria y la reconversión a residencial de algunos bloques originariamente concebidos para el alquiler vacacional no parece explicar la diferencia. Hace una década los 331 negocios establecidos oficialmente contaban con un parque de casi 27.900 plazas, una cifra que llegó a ser de 28.560 en 2004 pero que el pasado año se veía reducida a 26.200, unas 1.700 menos que 10 años antes, distribuidas en 324 establecimientos.

Camping y agroturismos

La transformación del paisaje hostelero incluye cambios significativos en otras secciones de negocio aunque con mucha menor relevancia para el conjunto de la oferta pitiusa. Este es el caso de las plazas de camping turístico. En 1998 había 2.000 plazas de este tipo de campamentos, todas ellas en la Isla de Eivissa. El pasado año la cifra se había reducido hasta poco más de 1.200.

Numéricamente es menos importante incluso que los campings, pero el turismo rural es una de las líneas de negocio más recientes y a la que más importancia se le está dando para contribuir a la desestacionalización y complementar a la oferta de 'sol y playa'.

En el año 1994 aparecen los dos primeros agroturismos en las Islas, al menos según los registros oficiales que maneja el Govern, que ofrecían 17 plazas en total. Cuatro años después ya eran seis, incluyendo un hotel rural (de mayor categoría que un agroturismo) y el total de plazas alcanzaba las 87. El pasado año, estaban censados 15 agroturismos (uno de ellos en Formentera) y tres hoteles rurales que ofrecían 314 plazas, 14 de las cuáles estaban ubicadas en la Pitiüsa menor.

Dejando de lado las dificultades económicas que atraviesan algunos hoteles de cinco estrellas recientemente abiertos, lo cierto es que vista en conjunto, la oferta dirigida a los clientes de alto nivel ha aumentado considerablemente en estos últimos 10 años.

En 1998 había un total de nueve hoteles, sólo uno de ellos de cinco estrellas, que disponían de 3.617 plazas en conjunto, 116 del nivel más alto.

Al cierre del pasado año, había cinco hoteles de máxima categoría y 20 de cuatro estrellas, lo que suponía 8.649 plazas, 1.028 de las cuáles eran de establecimientos de lujo.

En el caso de la restauración, la tendencia ha sido la contraria. Sin establecimientos, ni entonces ni ahora, de cinco tenedores, en 1998 había una decena de empresas de restauración que sumaban 733 asientos.

El año pasado, el nivel culinario más alto lo ocupaban únicamente cuatro establecimientos que, en total, podían atender a un máximo de 245 comensales. Los establecimientos de cuatro tenedores están ubicados todos en Eivissa. En Formentera, el máximo reconocimiento lo tiene dos establecimientos que cuentan con 107 plazas.