María Ribas y su hermana solían acompañar a su padre a pescar a sa Conillera hace algo más de 50 años: «No venía desde que era pequeña. Mi padre solía pescar y mi hermana y yo jugábamos.Y nunca había estado en una visita guiada a sa Conillera. La verdad es que la he encontrado muy diferente; ahora está mucho más limpia, por ejemplo». María y otras 25 personas más de diferentes edades se embarcaron ayer en el llaüt Yaestaquí, el más antiguo de la bahía de Sant Antoni, para conocer mejor la isla de sa Conillera en el marco de una actividad organizada por las Reservas Naturales de es Vedrà, es Vedranell e illots de Ponent con motivo del Día Mundial de las Aves.

Cerca de las diez de la mañana, los excursionistas y amantes de la naturaleza partieron rumbo a este islote. Marta Tur, educadora ambiental de Espais Natura Balear, repartió trípticos informativos y mapas para que los asistentes se fueran familiarizando con el objetivo de la visita: «Como bien sabéis es el Día Mundial de las Aves. En esta excursión vamos a bajar a sa Conillera, vamos a pasear hasta el faro e iremos descubriendo la fauna que más abunda. También intentaremos ver algunas aves que están de paso y otras que viven en la isla».

La excursión

Una vez en tierra, Marta y Jorge Calvo, naturalista, explicaron la diferencia entre parque y reserva natural: «El parque es un espacio natural en el que el hombre forma parte de él porque ha intervenido, mientras que en la reserva es un espacio natural protegido en el que se pretende que el hombre interfiera lo menos posible», señaló Marta, quien añadió: «A la reserva natural sólo se puede acceder si se trata de un programa de educación ambiental, como es el caso de esta visita, por algún proyecto de investigación, y en el caso de s'Espartar para ir a coger esparto dos veces al año». Ataviados con gorras, gafas de sol y calzado cómodo, el grupo inició su marcha hacia el faro de sa Conillera, donde antiguamente vivían dos familias: «Yo recuerdo que una de ellas era de Ca'n Esteve», puntualizó María Ribas. Según explicó la educadora ambiental, la isla de sa Conillera fue declarada reserva natural por tres motivos: «El primero de ellos es que tiene una gran cantidad de especies endémicas. El segundo es que es sitio de paso para las aves migratorias y el tercero y muy importante es que es un lugar de reproducción para las aves marinas».

Durante el trayecto los excursionistas se dieron cuenta de algunos detalles, como la elevada presencia de lagartijas y el cambio de vegetación: «Abajo hay sabinas y según avanza el camino y aumenta la altura hay saladines, unas matas que están más pegadas al suelo porque en la parte alta es donde más se siente el viento de Tramuntana». Ya en el faro, uno de los asistentes planteó quizá la pregunta más pensada por todos: «¿La isla se llama sa Conillera porque hay muchos conejos?». Pues no: «El nombre lo pusieron los romanos y viene de Cunicularia, que significa cuevas submarinas». Con centenares de fotos y otros tantos vídeos, los excursionistas iniciaron el camino de regreso a la barca para hacer un pequeño recorrido por la costa a través del que pudieron observar el vuelo de las gaviotas, algún que otro cormorán y la majestuosidad de la garza real. Todo ello con saltos de delfín como fondo.

María José Real