El espectáculo nocturno del musical 'Moulin Rouge' es uno de los más seguidos y queridos por los clientes de los hoteles Club Don Toni y Palladium de Platja d'en Bossa. Foto: TONI MILIAN

Los animadores son el mejor buzón de sugerencias y quejas de los clientes; son los mejores relaciones públicas de nuestra empresa». Con estas palabras define María José Ramos, directora de animación del Grupo Empresas Matutes, la principal función de los jóvenes que se dedican durante el verano a entretener y divertir a los clientes que se alojan en el Club Don Toni, Palladium o Palm Beach, entre otros tantos de la misma cadena hotelera, que promueve cursos de preparación para formar a personal en animación. «Se ha producido un cambio de mentalidad en cuanto al trabajo que desempeñamos porque antes los directivos pensaban que nuestro papel era nimio, no tenía importancia, pero desde 2001 se nos tiene más en cuenta. En algunas universidades europeas la animación es una asignatura obligatoria, de hecho hay una universidad en Bélgica que envía a sus estudiantes aquí para hacer las prácticas de esta asignatura», cuenta Raúl Cornejo, jefe de animación.

Si bien no se puede hablar de perfiles concretos, el animador o animadora por lo general suele ser una persona joven, dinámica, alegre, deportista y ante todo muy comunicativa: «Hay que saber expresar para que los clientes se sientan a gusto. Los idiomas son importantes para comunicar, pero quizá alguien que sabe cuatro por ejemplo no consigue conectar con la gente».

Juventud y energía

Omar, Matilde y Ana tienen ese don comunicativo que les permite conectar con las personas sin mucho esfuerzo. «Para mí lo peor de este trabajo es que siempre tienes que estar bien, tener una gran sonrisa y estar feliz porque nunca puedes poner mala cara. Pero en realidad no es un problema porque creo que los animadores tenemos esa característica desde nacimiento; somos personas muy vivarachas», cuenta Omar, que afronta con optimismo y mucha alegría su primera temporada en Eivissa. Ana Nieto, por contra, se dedica a hacer sonreír a los turistas desde hace 18 años. En la actualidad es segunda jefa de animación: «Tenemos animación todo el día para niños, adolescentes y adultos. Yo me encargo de los segundos, que son los más difíciles porque un día les apetece jugar al ping pong, por ejemplo, pero otro día no quieren hacer nada». Ana cuenta que las personas que trabajan en animación tienen que conocer muy bien el lenguaje gestual de los clientes del hotel: «Hay que saber cuando no podemos preguntar dos veces si quieren salir a cantar». Para ella, un buen animador tiene que saber hacer de todo: «Bailar, cantar, actuar, hacer reír, deporte... tiene que ser un todoterreno».

María José Real