Jaume Matas quería terminar el velódromo Palma Arena «costara lo que costara». Esta frase forma parte de la declaración de la arquitecta Christina Mechow, que trabajó en el proyecto Palma Arena tanto con Ralf Schürmann como con los hermanos García Ruiz. En su declaración, Mechow señala que en distintas conversaciones con Ballester y Moisés hacían alusión a que las imposiciones para terminar las obras venían «desde arriba». La propia declarante señala que en una de las reuniones en las que participó Matas en persona ordenó terminar el velódromo «costara lo que costara».

Las prisas y otras cuestiones que todavía se están investigando provocaron que el coste del velódromo se disparase. Con un presupuesto inicial de 48 millones, el Govern actual ha reconodido un coste definitivo de más de 100 millones. En la propia declaración de Mechow pueden extraerse ejemplos sobre las prisas, el derroche del dinero público y la descoordinación entre los arquitectos. Mechow explica que también le parecía «una locura» pagar 100.000 euros por derribar una cochera situada en el solar donde se construyó el velódromo. Schürmann propuso un presupuesto de 50.000 euros.

De la declaración de Sander Douma, el arquitecto holandés encargado de diseñar la pista del velódromo, también se desprenden irregularidades manifiestas en la construcción del velódromo. Douma explica que pidió 14 carpinteros para instalar la pista. Se contrataron en Mallorca ya que haberlos traído desde Holanda hubiese disparado los costes entre dietas y alojamiento. Finalmente, la UTE encargada de la construcción del Palma Arena le envió 15 carpinteros. Sin embargo, la UTE facturó el trabajo de 30 carpinteros, un hecho que ni el propio Sander Douma entiende. Al menos, según la declaración, Douma tuvo la constancia desde el primer momento de que los carpinteros eran realmente carpinteros, y no albañiles. Éste tampoco comprendió en ningún momento que la pista se hiciese antes de tener lista la cubierta del recinto. La lluvia mojaría el material de la pista -alerce siberiano-, como finalmente ocurrió, y se producirían problemas en la madera. Ni el aparejador de la obra ni Jorge Moisés aceptaron las recomendaciones de Douma para hacer la pista después de la cubierta. La pista tenía que estar lista a tiempo para el Mundial de Ciclismo en pista de 2007.