Buscar fórmulas ingeniosas para ganarse la vida es un rasgo distintivo de los pitiusos, hombres y mujeres capaces de aprovechar los ataques piratas para convertirse en corsarios y ganar lo que el campo y la mar no daban; o para explotar (en algunos casos, sobre explotar) el sol y las aguas de su costa para construir una industria turística puntera gracias al hambre de verano de los turistas.

Pero, además de estas muestras bien conocidas de capacidad emprendedora, existen otros ejemplos casi anónimos de creación, ligados a la actividad industrial, y que pueden ser rastreados gracias a los archivos que maneja la Oficina Española de Patentes y Marcas.

En su registro de Patentes Históricas, la primera meción a Eivissa data de 1883 cuando la Fábrica de Sal de Ibiza pedía una patente de invención para fabricar sal de sosa (usado como limpiador, entre otras aplicaciones) por el procedimiento de amoniaco (para hacerlo se suele mezclar este componente con sal común y piedra caliza).

El permiso caducaba un año después al no usarse, lo mismo que sucedía con las dos licencias siguientes, registradas en 1913 por Peregrín Serrano Andrés. Este emprendedor proponía un nuevo motor a viento y un molino de trituración y molturación de mineral, cemento, yeso, cal, corteza de pino y otras materias.

Registro mercantil

Aquel 1913 fue tambié el año en que aparece la primera mención a un producto de Eivissa en el Archivo Histórico del Registro Mercantil. Se trata de la solicitud de patente de la etiqueta de la frígola que elabora Marí Mayans, y que se sigue usando.

A partir de ahí, el regsitro que se puede consultar a través de la página web www.oepm.es incluye diferentes diseños de alpargatas con suela hecha de neumáticos usados, algunos ingenios industriales de los que no se conoce que tuvieran una aplicación masiva, así como nuevas peticiones de exclusividad referentes a bebidas alcohólicas.

Otras solicitudes de registro incluyen la rotulación que Salinera Española proponía para todos sus establecimientos en 1924 (unas letras estilizadas, en relieve y cursiva, influidas por el 'dinamismo' de algunas corrientes artísticas) o la inscripción de 'Bioarrenal', en 1931, como marca de preparados químicos y farmacológicos realizados por César Puget Riquer.

Más adelante, Andrés Llambías Rodríguez registraba en 1945 las marcas de ropa y lencería de hogar 'Elusitana' y 'Pithiusas', las primeras de las que se tiene constancia en el archivo. Al hilo de estas invenciones, seis años después llegaría la lejía 'La payesa' (de Vicente Torres Prieto), que en 1960 se vería acompañada en las droguerías por la 'Cardona Tur'.

La llegada del turismo ha dejado también su huella. Sería impropio hablar de que las Pitiüses contarán con su primer parador cuando finalice la reforma del Castillo, En 1951, Hugo Hanauer registraba el nombre 'Parador Playa' para «su establecimiento de parador de turismo, pensión y hotel de viajeros, con sus anexos de bar, restaurante y sala de fiestas situado en San Antonio Abad».

Los pitiusos tenían ya mucho que decir en materia turística y, quizás por eso, Francisco Serra Cardona reclamaba en 1962 la inscripción de la marca 'Pepolig' para la elaboración de «libros y folletos lingüísticos, o sea, vocabularios en distintos idiomas».