Aprendí reflexología podal a través de un libro y la verdad es que estas sesiones me están gustando mucho porque he comprobado que hay cosas que no hacía bien; es muy importante que haya alguien que te diga que tienes que mejorar algún movimiento», explicaba una de las mamás que acudió con sus dos hijas a las sesiones de reflexología podal infantil que imparte Paula Crespo, monitora titulada en esta especialidad.

«Existen estudios que demuestras que hay microconexiones nerviosas y linfáticas en los pies. Estimulando estas zonas modificamos la funcionalidad del órgano que tratamos», afirma la monitora, quien asegura que estas sesiones están dirigidas a papás, mamás, abuelos y, en definitiva, a todas aquellas personas que se encarguen del cuidado de niños. «A la hora de trabajar con reflexología, el pie de un niño tiene los mismos puntos que el de un adulto, pero no se tratan igual», puntualiza la monitora, quien divide sus cursos en seis sesiones que se desarrollan una vez a la semana durante dos horas: «Empezamos con relajación, más tarde tratamos el sistema inmunológico, después pasamos al digestivo, al urinario y en la última sesión tratamos el respiratorio. En la última clase de todas hacemos un repaso de lo que hemos visto».

Los beneficios de esta técnica se centran en el bienestar de los niños. A esto hay que sumarle la confianza que ganan tanto padres como hijos al compartir estas sesiones. María José Real