Imagen de archivo de una vivienda en venta en Eivissa.

«Ahora mismo hay más demanda, más alegría, lo que pasa es que seguimos tropezando siempre con la misma piedra: los bancos. Ahora mismo se vendería más que antes, más que hace un año, pero el problema sigue siendo que, cuando se va a pedir la hipoteca, la inmensa mayoría de veces se deniega y se corta la operación». Así resume la situación de la compra-venta de viviendas en las Pitiüses el representante de los Agentes de la Propiedad Inmobiliaria (API) en Eivissa y Formentera, Ramón Arnau. «También es cierto que antes el grifo estaba demasiado abierto», reconoce.
«Aquí no ocurre como en la Península, que los bancos se han quedado con muchas obras o con muchos pisos por la crisis; en las Pitiüses no ha ocurrido así», añade. Esto es importante también para explicar la falta de movimientos «porque las entidades financieras, si son viviendas de sus obras, conceden casi el cien por cien de las peticiones, y eso activa el mercado». El escaso nivel de viviendas en manos de bancos y cajas también se traduce en una menor oferta del alquiler con opción de compra, «una opción muy usada fuera pero que aquí apenas se da y que serviría para animar las cosas».
Precios menores
El bloqueo de la demanda por falta de financiación tiene un efecto directo en la configuración de los precios. A pesar de que algunos indicadores nacionales apuntan a cierto repunte del coste de la vivienda, en las Pitiüses la situación es de «cierta estabilización, quizás con una caída de los precios respecto al año pasado del cinco por ciento».
Con este panorama, la situación de las reservas de vivienda en venta en Eivissa y Formentera sigue siendo «muy abultada». «La bolsa de pisos que quedó cuando estalló la burbuja inmobiliaria se ha ido reduciendo, es cierto, porque se han ido vendiendo algunos; pero sigue quedando todavía bastante stock», apuntó Arnau.
Además de no darse salida a una elevada cantidad de viviendas, los agentes inmobiliarios también han notado cómo se ha producido cierto incremento de gente que acude a ellos «con la necesidad de vender». «Es gente que necesita deshacerse de su piso porque quiere lanzar un negocio, mantenerlo o comprarse otra vivienda y ve que colocar su casa no es una cuestión de bajar más el precio, es que los potenciales clientes no consiguen el dinero».
El estancamiento de la construcción y de las transacciones inmobiliarias mantiene en las Pitiüses «un precio muy igualado entre la vivienda nueva y la usada», aunque la primera se mantiene algo por encima que la segunda «después de que la de segunda mano llegara a costar más que la nueva porque comprar sobre plano suponía esperar dos o tres años».
Por último, Arnau reiteró que «ahora hay más alegría, más gente preguntando por los pisos; más alegría, ojo, que hace un año, porque una situación como la de 2007 creo que no la vamos a ver en años».