El actor y cómico, el viernes, en un momento de su actuación. | ARGUIÑE ESCANDÓN

Con vaqueros, camiseta blanca y chaqueta americana de cuadros. Así apareció Santi Rodríguez, el cómico y actor que saltó a la fama gracias a su papel de frutero irreverente y sin nombre en la serie de televisión Siete Vidas, en el escenario del Palau de Congressos de Eivissa, donde el lleno del auditorio le colmó de aplausos durante las casi dos horas de actuación que en determinados momentos perdió fuerza en los chistes, pero consiguió arrancar sonrisas y muchas, muchas carcajadas.

Tras la indecesión inicial sobre cómo presentarse a sí mismo, Rodríguez optó por el tradicional 'señoras y señores' para acto seguido marcarse unos pasos de baile que, según él mismo dijo, le dejaron asfixiado: «Voy a echar un traguito», anunció para verter un poco de licor en una copa de la que no se separó en toda la noche y que dio lugar a la duda sobre si realmente era alcohol o sólo lo simulaba. «He llegado al aeropuerto y me han dicho 'el espacio está cerrado' y llevamos aquí todo el día montando el decorado sin parar», explicó con cierta sorna, pues la esceneografía era completamente austera, compuesta por plafones negros, un micrófono, una silla y una mesa con una botella y una copa. Segundos después hizo alusión a la botella de licor o vino que había sobre la mesa: «Mi mujer me ha dicho más de una vez 'el alcohol o yo'. Sigo bebiendo cada día más y mi mujer no se va de casa. Estoy amargado».

En su espectáculo A mí que me registren, el cómico repasó los cambios sociales que ha experimentado a lo largo de su vida y cómo la gente de su generación se ha visto forzada a adaptarse a ellos. «Las cosas ya no son como antes. Yo recuerdo que llegaba a casa y mi madre me estaba esperando con un bocata de embutido muy, muy finito, casi transparente y mucho, mucho Tulipán, que hasta echó bíceps de untar la mantequilla. Y es que hay que ver cómo cocinan de bien las madres. Casi todas las madres porque yo ahora miro a mi mujer, que es madre, y en la cocina es como un sol, que lo quema todo».

Además hizo especial hincapié en la revolución tecnológica que supuso la aparición y consolidación de aparatos como el teléfono móvil, el GPS, el Home Cinema y la expansión de la popularidad de las redes sociales.

Casi a la una de la mañana y tras despedirse del público, el cómico se hizo fotos con los seguidores que quisieron inmortalizar esta cita con el humor más satírico, pero totalmente cierto.