Desde el campo de fútbol y a paso ligero salieron las carrozas reales de los Reyes Magos de Oriente en Sant Josep, donde los niños y niñas esperaban con ansia la llegada de Sus Majestades para así comprobar que sus peticiones por carta se correspondían con lo que Melchor, Gaspar y Baltasar llevaban en sus sacos de juguetes.
Y los Reyes no les defraudaron repartiendo a su paso toneladas de ilusión y multitud de caramelos que los más pequeños se afanaban en recoger en sus bolsas preparadas para la ocasión.
Eso sí, sacando tiempo para asegurar, con su mejor cara, que habían sido muy buenos durante el año estudiando mucho, por si acaso alguno de los reyes lo oía y estaban a tiempo de cambiar un posible carbón por regalos.