El más joven, Toni, tiene 14 años y el más mayor, Àlex, 24, y ambos tienen en común su afición por el breakdance. Ellos y otros 13 jóvenes de diferentes edades empezaron a bailar en la calle, concretamente en el antiguo cine Cartago y cerca de las oficinas del Inem. Después de mucho esfuerzo y de haber entrado en contacto con el Ayuntamiento de Eivissa han conseguido dos lugares donde practicar este baile, el colegio Sa Bodega y el instituto Santa Maria de Vila bajo el nombre de Vila Jove Break.

«Somos un grupo de amigos que mediante el ayuntamiento hemos conseguido el gimnasio de este colegio (Sa Bodega) para ensayar todos los viernes de cinco a siete de la tarde. Los martes y miércoles estamos en Santa Maria de cuatro a seis de la tarde», explica Yas, de 23 años, que baila desde que tenía 16. Ella, igual que el resto de sus compañeros de baile, asegura que el funcionamiento de este grupo no responde a la típica clase que tiene la figura del profesor con sus alumnos delante. «Cada uno baila como siente la música. Hay tantos estilos como gente. Como bailamos diferente, todos podemos enseñarnos a todos. Es un intercambio de movimientos muy interesante», explica para destacar segundos después que los únicos requisitos para entrar en este grupo de baile es tener ganas de aprender breakdance o bien perfeccionar y pulir lo que ya se sabe.

«Quienes quieran venir a aprender, intercambiar movimientos o técnicas o perfeccionar ya sabe dónde encontrarnos; no hay límite de edad», explica esta joven madrileña, que afirma que por el momento no cree necesaria la creación de una asociación de breakdance: «Quizá más adelante, pero por el momento no lo contemplamos».

En este espacio de intercambio, los más veteranos enseñan muchos de sus trucos a los que están aprendiendo. Este es el caso de de Àlex Fuego, que con 24 años pierde en su memoria la cantidad de competiciones y exhibiciones de breakdance en las que ha participado. «Bailo casi desde que era niño. Al principio me daba vergüenza porque se reían de mí cuando me caía. Con 16 años ya me daba igual y empecé a tomármelo más en serio». En este sentido destaca que es muy importante mostrar respeto hacia quienes están aprendido: «Aquí no nos reímos de nadie. Si te caes, te enseñamos como puedes evitar la siguiente caída». Para él, en el breakdance «todo es práctica y entrenamiento porque no empiezas con piruetas complicadas sino con movimientos más sencillos».