Angustia, inseguridad y soledad son algunas de las sensaciones que experimentaron ayer los más de 20 alumnos de primero de bachillerato del instituto Xarc que participaron en la tercera edición del proyecto educativo y de concienciación social Antifaç i rodes en la que, por primera vez, se sumó el personal docente.

Con los ojos tapados, Vicky Alemany, profesora de Educación Física y una de las docentes implicadas en esta iniciativa desde que empezó, explicó que pasó de una sensación inicial de miedo a la tranquilidad por saber desenvolverse más o menos bien con el antifaz puesto.

En compañía

Y es que uno de los puntos más importantes de este proyecto, además de concienciar a los jóvenes sobre las barreras que encuentran día a día las personas con discapacidad física o visual, es trabajar la confianza en los demás, pues los estudiantes que llevaban los ojos tapados contaban con la ayuda de un compañero o compañera que les guiaba en su camino. «En el Xarc lo tenemos bien para desplazarnos por el edificio prinicipal porque hay ascensor, pero en el aulario, por ejemplo, una persona en silla de ruedas tendría que subir y bajar a peso», explicó Vicky. Mientras un grupo de estudiantes salía a pasear por Santa Eulària en compañía de una profesora, los alumnos del grupo A intentaban tomar apuntes dentro de una de las aulas. «Es imposible tomar apuntes porque no sabes lo que escribes», dijo Raúl, uno de los alumnos, mientras que su compañera Sofía explicaba cómo se sentía: «Siento que no sé dónde estoy, además de ser agobiante y sentirme un poco sola».

Y si bien los alumnos sufrían porque no sabían lo que apuntaban en sus cuadernos, Elsa Mayol, profesora de Tecnología, decía estar más cansada de lo habitual por el esfuerzo que hacía al tener que moverse dentro del aula en silla de ruedas. «Es la primera vez que voy en silla de ruedas y me estoy dando cuenta de que hay muchos problemas, como no poder abrir una puerta o ir al baño, que para mí está siendo un caos. He estado a punto de levantarme y abandonar», afirmó para segundos después puntualizar: «Quizá lo que peor llevo es tener que pedir ayuda para todo», concluyó.