Una mursiana de Murcia, una mujer de partido vinculada al sector más tradicional y sabedora/sufridora de lo que es un cargo público será la candidata del PP al Ayuntamiento de Vila. Después de un largo periplo que dejó a más de un militante moribundo y que cosechó un sinfín de «calabazas» (como el mismo Pere Palau reconocía hace unos días), finalmente el PP ha encontrado en Sánchez-Jáuregui a la persona que peleará la alcadía a la socialista Lurdes Costa. Poco, o más bien ningún, parecido tiene Sánchez-Jáuregui con las personas por las que durante los últimos meses el PP ha suspirado o que han flirteado por este puesto, como Carmen Domínguez, Pepita Costa, Mariano Ramon, Toni Prats o la deseada Maria Luisa Cava de Llano. Marienna es otra cosa. Ni mejor, ni peor. Eso lo dirán los electores, pero no es precisamente una cara nueva que represente la renovación dentro del partido. La candidata a la alcaldía formaba parte de la Comisión Insular de Urbanismo del Consell en tiempos de Marí Calbet y ya entonces fue muy azotada por la oposición aunque fuera una técnico; fue directora insular de la Administración del Estado cuando gobernaba Aznar, y, finalmente, ocupó el cargo de directora insular del SOIB.
Ahora, afronta el difícil objetivo de expulsar a los progresistas del gobierno municipal y darle la vuelta a los resultados de 2007, que fueron los peores en la historia del PP en esta ciudad. Para ello deberá tirar de carisma y rodearse de gente nueva, ya que de los concejales actuales muchos no van a repetir, y eseprar el descalabro de los adversarios.
Ayer por la mañana, después de dar la noche anterior el sí al partido, se cruzó en una céntrica cafetería de Vila con su predecesora, Virtudes Marí, que ya parece de otra era. Por el bien de su partido, es de esperar que Sánchez-Jáuregui no cometa los mismos errores que aquella, porque de lo contrario lo tendrá muy complicado.
El PP arriesga mucho presentando a una persona que para algunos sectores del partido no encaja con el aire renovador que se pretende con Vicent Serra y que, tras el culebrón vivido, pueda parecer ante la opinión pública como la candidata por descarte. Sin duda, una dificultad añadida a este reto tan complicado.