Estamos desbordados. Esto era lo más repetido por los hosteleros participantes en la tercera Pintxa de Sant Antoni durante la noche del primer jueves del certamen. Y es que los vecinos respondieron en masa a la llamada de la tapa movidos, en gran medida, por la oferta del primer día, en la que por un euro se ofrecía una caña o una copa de vino más delicatessen como calçots de tempura con salsa de romescu, roti de ternera con salsa de yogur, pechugas de pollo rebozadas con salsa de sésamo y yogurt de menta, canapé de pan payés con sobrasada y queso fresco ibicenco y miel o un beso de mar compuesto por un boquerón con salmón ahumado y pimiento del piquillo.

La mayoría iba equipado con el mapa editado por el ayuntamiento para no dejar de visitar ninguno de los 45 locales participantes y sobre todo, con muchas ganas de disfrutar. Así, el buen ambiente fue otro de los grandes protagonistas, amen del estrés de los hosteleros para que nadie se quedara sin probar sus pequeños platos.

Sin embargo, y a pesar de esto, la mayoría estaban contentos con la iniciativa, ya que como afirmaba Juanjo Tur, propietario del Restaurante Villa Manchega, «es una gran idea para darle vida al municipio en la época de invierno y no dejarlo todo para el verano». Y viendo como estaban las calles, se ha conseguido.