Las mujeres vestidas de pagesa fueron uno de los atractivos principales de la cita.

Remangándose las sayas y soplando por lo empinado del camino pero orgullosas de lucir sus ropas tradicionales. Varias mujeres vestidas de pagesa se afanaban a primera hora de ayer para preparse para una jornada a medio camino entre la fiesta, la reivindicación de lo propio y la faceta comercial.
Ellas eran uno de los principales atractivos del mercado artesano que se organizó en los caminos de acceso al Puig de Missa, parte de las actividades programadas para celebrar a la patrona de Santa Eulària.
Distribuidas en varios puestos, ofrecían al visitante la posibilidad de comprar productos elaborados artesanalmente, desde ropa tradicional a productos elaborados en madera, pasando por instrumentos como el tamborí o las flaütes. Y quien no quisiera rascarse el bolsillo siempre podía quedarse a observar cómo se trabaja el esparto y otras fibras, tanto a máquina como con una especie de telar.
Entre los puestos que salpicaban el Camí de Missa, también había algunos que ofrecían productos cultivados en las huertas de la Isla, así como botellas de licores tradicionales y vi pagès, éste último embotellado aprovechando los cascos de caldos con menos pedigrí y vendidos en supermercados.
La boca se hacía agua, especialmente conforme se acercaba el mediodía, y para quienes no quisieran esperar a la comida siempre existía la posibilidad de caer en la tentación en el puesto de bunyols instalado al pide de la iglesia. Mientras varios grupos (casi todas ellas mujeres) se afanaban en preparar este dulce en diferentes ollas con aceite hirviente, un equipo de logística (aquí sí, varios hombres arrimaban el hombro) se encargaba de que no faltaran las materias primas.
El paseante podía completar su visita deleitándose con la belleza de un buen número de motocicletas de otros tiempos exquisitamente conservadas.