Luis Ruiz Val es uno de los impulsores del Fòrum. | Marco Torres

Tal día como hoy se cumplen 72 años desde que zarpó de Alicante el 'Stansbrook', burlando el bloqueo de las tropas de Franco y consiguiendo evacuar a 2.000 republicanos españoles, dando casi por finalizada la Guerra Civil. Hace dos años, el Fòrum per la Memòria, presidido por el profesor de Historia y Geografía Luis Ruiz Val, eligió esta fecha para constituirse e iniciar su actividad contra el olvido.

-¿Por qué es necesario seguir removiendo el pasado y recordar lo que sucedió durante la Guerra Civil y la dictadura?
-La Transición y el periodo democrático no han sido justos con la gente que defendió la legalidad a partir del 36. El miedo y la falta de voluntad política han impedido que se haya construido una historia verdadera de lo que ha pasado y donde está todo el mundo.
De hecho, Franco hizo las leyes de forma que las víctimas eran acusadas de adhesión a la rebelión cuando eran los que defendían el gobierno legítimo y, muchas veces, eran represaliados de forma irregular y siguen desaparecidos. Durante 40 años las familias no pudieron mostrar su duelo, las mujeres no podían decir que eran viudas porque su marido estaba desaparecido. Al llegar la democracia, primero se guardó silencio por miedo a los militares, pero ahora se sigue sin aclarar este tema por miedo a no se qué.

-Pero lo cierto es que ha pasado ya mucho tiempo, quizás demasiado
-La derecha siempre es coherente y dice eso, que la Guerra Civil es cosa pasada. La izquierda, en cambio, vive una situación esquizofrénica. Sí apoya movimientos de libertad y búsqueda de la verdad en América Latina pero en España no aplica esta política. Al hablar de tiempo debemos responder a una pregunta: ¿Estamos en un Estado de derecho? Porque si lo creemos, hay que aplicar la ley. Si hubo asesinatos, estos no deben dejar de investigarse; si hubo enterramientos irregulares, el Estado debe actuar. De hecho, las familias ya cursan denuncias que se deben investigar.
Que se aceptara una ley de amnistía no quiere decir que fuera una ley de punto final. Si Hitler o Mussolini hubieran vivido, o si Videla y Pinochet hubieran propuesto leyes que eliminaran sus responsabilidades en sus dictaduras y sus parlamentos las hubieran aprobado, ¿ya está? ¿nos parecería bien?
Se puede aceptar una amnistía en ciertas cosas para mejorar el futuro, pero una ley de punto final es oficializar la masacre.

-Sin embargo, muchos creen que lo único que se hace es abrir viejas heridas, revivir enfrentamientos entre familias que hace tiempo podían haber quedado aparcados.
-Las heridas también afectan a familiares de los desaparecidos, pero cada generación es responsable de lo que hace y de lo que no. Las heridas abiertas son las de la gente que se pregunta dónde está su abuelo. ¿Por qué los padres de la Constitución dejaron a mi abuelo en una fosa?
De lo que se trata es de que haya voluntad política suficiente para que se tomen todas las medidas legales para recuperar lo que se pueda recuperar y poner a todo el mundo en su lugar. El Estado debe defender a quién defendió la Constitución y la legalidad y hacer pedagogía. Si lo que se transmite es que no hay que recordar se hará mala pedagogía.

-¿No se politiza el asunto de la represión y las fosas?
-Todo es política. Hacer algo es política, no hacerlo también. Hay partidos que dicen que las cosas no se deben tocar pero, cuando tienen poder, subvencionan a la fundación Francisco Franco o a la División Azul. Somos una asociación y hacemos micropolítica en nuestro ámbito como una asociación de vecinos la hace al pedir más alumbrado al Ayuntamiento. La cuestión fundamental es que hay personas que el 1 de noviembre no tienen un lugar al que llevarle flores a un familiar. Existe una deuda con las víctimas.

-¿Un cambio de gobierno supondría poner fin al movimiento de recuperación de la memoria histórica?
-Lo cierto es que se ha hecho una Ley de Memoria Histórica que es muy miedosa y tiene muchas carencias. Una ley así puede desarrollarse con un reglamento y, si hay voluntad, se le puede sacar provecho, si no, queda en nada.
Nosotros impulsamos medidas como la retirada de la medalla de oro de Vila a Franco o el listado de víctimas remitido a Garzón y las seguiremos haciendo sin mirar el color de quién gobierne. Algunas comunidades hacen mucho y otras apenas nada en materia de memoria histórica. Y luego también están las que primero tienen una actitud receptiva y luego te vienen con que no hay dinero o no es el momento. No es una cuestión de color político.

-Ha nombrado al juez Baltasar Garzón. Su acusación de prevaricación por investigar los crímenes del franquismo, ¿supone un duro golpe para los movimientos como el Fòrum?
-El hecho de que él fuese el titular del juzgado número 5 de la Audiencia Nacional al llegar por reparto la denuncia no sé si nos ha beneficiado o perjudicado, porque es un juez muy conocido, 'juez estrella' le llaman algunos, y puede haber condicionado todo el proceso.
Lo que se ha visto es que el aparato judicial no ha cambiado. En España ha habido un regreso a la democracia pero los jueces que estaban en los tribunales de orden público de Franco ahora están en las más altas instancias.
El camino en España está casi agotado tras el rechazo del Supremo e la querella contra los jueces Varela y Saavedra, que son los que encausaron a Garzón acusándole de prevaricar [por investigar un asunto sin tener competencias] por cursar una denuncia como era su deber, y defender a las víctimas del terror.
Ahora lo que queda son los tribunales internacionales o los países que respetan la jurisdicción universal y donde se puede presentar una denuncia al tratarse de delitos de genocidio y contra la Humanidad.

-Usted es profesor. ¿Cómo viven los chavales de instituto la Guerra Civil y la dictadura? ¿La ignoran o sienten cierto interés por lo que pasó?
-El problema es que los programas de estudio actuales están tan mal hechos que a la Guerra Civil casi no se llega. Algunos tienen cierta idea y ahora que hay un movimiento por la memoria hay mucha presencia en los medios, por lo que lo conocen al ser un tema un tanto recurrente.
Pero, por otro lado, se ha roto el nexo con la historia familiar. La historia oral es la asignatura pendiente porque muchos de los jóvenes no saben nada de la vida de su abuelo, en muchos casos porque no se quería hablar del tema por el trauma y la fuerte represión que hubo.