Los faros de Balears han sido objeto de una profunda transformación a lo largo de las últimas décadas. Atesoran historias de gran interés y elementos de valor cultural que les convierten en un patrimonio de gran valor.
La Autoritat Portuària de Balears ha reunido a lo largo de los años un importante volumen de material documental en torno a estas infraestructuras al que hasta ahora no se ha tenido un fácil acceso. La puesta en marcha de la web www.farsdebalears.org permite abrir al mundo toda esa información, e incluso recorrer, faro a faro, todo el litoral de las Islas para descubrir los secretos que esconde cada uno de estos gigantes luminosos que han dirigido la navegación de miles de embarcaciones a lo largo de su historia.

Interactiva
Francesc Triay, presidente de la Autoritat Portuària, afirma que la entidad «ha querido con esta web dar a conocer el valiosísimo patrimonio, tanto material, documental como humano, que gira entorno al mundo de los faros de las Illes Balears. La iniciativa busca, además, una interactividad con el público, para que comparta su relación particular con los faros a través de la red».
Jorge Martín, jefe del departamento de Proyectos y Obras y director accidental de la APB, destaca que «los avances tecnológicos, como el uso de las fotografías en 360 grados en la visita virtual a la exposición de Portopí o la participación a través de Facebook o Twitter, permiten poner a disposición de los ciudadanos el tesoro que guardan los faros de nuestra comunidad. Se trata de un proyecto sin precedentes en el ámbito internacional, en cuanto a la divulgación de información sobre faros se refiere».
El interés por los faros ha ido en aumento en los últimos años, e incluso se han convertido en lugares de visita turística, incluídos en rutas que recorren diferentes puntos de la geografía mediterránea. Por eso algunos de ellos han habilitado salas de exposiciones en las que se exhiben piezas antiguas que recuerdan los tiempos en que los faros funcionaban de manera totalmente manual.
Son pocos ya los faros de las Islas en los que habita el farero, y eso se debe a los avances de la tecnología, que permite incluso el control remoto de estas infraestructuras. A pesar de que se esté perdiendo ese aire de romanticismo y de soledad que envolvía la vida del farero, el faro pervive erguido en los acantilados para guiar al navegante y ejercer su poder de atracción desde la costa a cientos de visitantes cada año.

Historia
No hay que olvidar que en la red de faros de Balears están incluídos algunos cuya construcción se remonta varios siglos atrás en el tiempo. El de Portopí es el tercero más antiguo en activo de todo el mundo, después de la Torre de Hércules, en La Coruña, y la Farola de Génova. Su primera referencia documentada data del 12 de setiembre del año 1300, como parte del documento de últimas voluntades incluído en el testamento del rey Jaume II de Mallorca.
Antes de su actual emplazamiento, en la Torre de las Cisternas, gemela a la de Pelaires, el faro de Portopí estaba ubicado en la loma del Castillo de San Carlos, que terminó de construirse en 1612, pero los cañonazos dañaban sus trescientos cristales, por lo que a partir de 1617 las señales del faro empezaron a guiar la navegación desde su nueva atalaya a 41 metros sobre el nivel del mar.
En 1972 se apagó su luz, por considerarlo innecesario dado el crecimiento del puerto y la existencia de una completa red de balizamiento que facilitaba la entrada al mismo. Pero en 1974 se decidió volver a encenderlo teniendo en cuenta la importancia histórica de esta señal. En agosto de 1983 fue declarado Monumento Histórico-Artístico. Dos destellos cada quince segundos son los que emite hoy día, aunque sus señales sean meramente testimoniales para los cientos de embarcaciones que desfilan por la Bahía de Palma.
Cada cual en su momento, los faros de las Islas fueron evolucionando, y algunos, como el de Sa Creu, en Sóller, adquirieron un protagonismo especial: Fue el primer faro que se electrificó de todo el archipiélago, en enero de 1918, aunque en un principio la línea eléctrica era muy defectuosa y casi cada noche se debía colocar durante algunas horas el sistema de alumbrado de emergencia que consistía en una lámpara Maris de una mecha alimentada con petróleo.
Desde los métodos manuales que perduraron hasta el último tercio del siglo XX, con sistemas primero a base de petróleo, la aplicació después de material inglés de la casa Chance Brothers, hasta la llegada de la automatización total, los avances han sido paulatinos, y la electrónica y los sistemas de control remoto permiten ahora que un sólo farero pueda supervisar el funcionamiento de varios faros.
Otro de los faros centenarios de Balears es el de Punta Nati, en Menorca, construido tras el naufragio del barco de pasajeros Général Chanzy, en 1910, en un tiempo récord, para aquel momento, de catorce meses, y ya con una tecnología más avanzada que los del resto de las Islas, y un sistema de emergencia que disponía de una lámpara de nivel constante. La apariencia luminosa original era de 3+1 destellos blancos cada 20 segundos, y continúa siendo la misma.
El único aerofaro de Mallorca está ubicado en Cala Figuera. Sus señales horizontales guían a la navegación marítima, y las verticales pueden ser observadas desde los aviones.