Noche redonda la del domingo con un doble concierto que involuntariamente era sumamente simbólico, el de despedida de Ojos de Brujo y el de presentación en Formentera de 'La Pegatina', músicos que se apoderaron de los pies y los brazos del público quedándose pegados para largo tiempo. Porque había morbo por el primer y último concierto de Ojos de Brujo en Formentera, morbo porque dos de los pilares de Ojos de Brujo, Max y Marina llevan años y años pasando temporadas en Formentera, se conocieron en Formentera y han actuado con 'amiguetes' en Formentera pero jamás como Ojos de Brujo. Y ayer, principio y final, la pescadilla se mordió la cola, pero a decir de los conocedores del grupo, con un final memorable. Ojos de Brujo son de distancias cortas, de mirar al público, enervarle y hacerles bailar, cantar y gritar y por eso ayer no se dejaron nada en el baúl de su trayectoria musical. Flamenco, rap, hip hop, rock, electrónica, lo que hiciera falta, lo importante era que la gente estuviera a gusto, que bailara y disfrutara y por eso aparte de centrar su concierto en su último trabajo 'Corriente vital' con el que demuestra que durante su vigencia Ojos de Brujo no ha dejado de experimentar en todo tipo de registros sonoros por arriesgados que fueran. Tampoco olvidaron los clásicos de su repertorio, los que les hicieron famosos.
Uno de los momentos más emotivos fue cuando rondando la medianoche Marina introdujo un homenaje a Amy Winehouse con la canción Lola corre o Corre Lola vaya usted a saber, pero lo hizo con una escenografía y una iluminación que por un instante retrotrajeron a la propia Winehouse al escenario de Sant Francesc con unos azules y rojos cálidos y una actitud entre contenida e indiferente de la propia Marina que hizo planear el escalofrío en más de algún cogote.

Una noche íntima
Pero como Max, cantante y percusionista dijo en varios momentos, tras tanto tiempo actuando por todo el mundo, hacerlo por fin delante de los amigos de toda la vida, en especial de los de cuando eras joven, fue más complicado y le ponía a uno contra la pared. La fiesta fue perfecta, el decurso fluido pese a que el sonido no era el idóneo, pero el ambiente y las ganas hicieron que cualquier contingencia o fallo se superara con creces.
Y luego, cuando el personal pensaba que ya lo habían visto todo, llegaron los chicos de 'La Pegatina' un sexteto procedente de Montcada i Reixac, en las inmediaciones de Barcelona que con su tercer trabajo 'Xampoleön' arrasaron. Sin eufemismos, arrasaron con directo compacto, contundente en el que primaba la rumba desenfadada cuando no claramente desvergonzada provocativa, y como la fiesta les va, 'La Pegatina' se subió por las paredes, mejor dicho, su cantante no dudó en subir y volar lanzándose en plancha sobre el público que lo paseó por en medio de la plaza.